De acuerdo con el pensamiento religioso convencional, Tishá BeAv (el noveno día el mes de Leo) es significativo sólo porque es el día en el cual los Templos fueron destruidos. Sin embargo, un evento físico no puede ser una causa ya que el mundo físico en sí es meramente un efecto. La causa de cualquier cosa en el universo material puede únicamente existir en el nivel espiritual. Durante Tishá BeAv, la negatividad tiene dominio total; el caos reina sobre toda la creación. Éste es el día en el cual el Tempo Sagrado fue destruido. A pesar de esto, y debido a que la Luz y la oscuridad no pueden coexistir en el mismo lugar, el único día en el cual el caos puede ser eliminado del mundo o el Templo Sagrado puede ser destruido es durante Tishá BeAv. Ésa es la gran paradoja de esta festividad y es de suma importancia. A veces el caos ha gobernado durante Tishá BeAv, pero una gran cantidad de Luz también puede ser revelada durante ese día, una Luz que puede permitir el nacimiento del Mesías. Nos reunimos durante Tishá BeAv para revelar esta gran Luz en el mundo y para expulsar todos los aspectos del caos fuera de todo el universo.
En Tishá BeAv, el Templo fue arrebatado de nuestras manos, sin embargo éste es el día en que el Mesías nace. Esa es la razón por la cual Tishá BeAv no es sólo un día de luto, como se percibe comúnmente. La combinación paradójica de la destrucción y la redención durante el mismo día está conectada con la cualidad de Yesod la cual se revela el noveno día de cada mes. Cualquiera que aprenda acerca de las Diez Emanaciones Luminosas por Rav Yehuda Áshlag sabe que cada vez que enfrentamos una paradoja, estamos hablando de un aspecto de la realidad verdadera. De hecho, si algo no es paradójico, es una ilusión.
Un aspecto de la paradoja de Tishá BeAv es que, a pesar del hecho de ser una festividad y el nacimiento del Mesías, implementamos las cinco restricciones (no comer, no beber, no usar zapatos de cuero, no tener relaciones sexuales, ni bañarse) lo que nos permite alcanzar una conexión más elevada con la Luz para que así podamos controlar nuestro destino y el destino de todo el universo: control que hace posible erradicar cada aspecto de caos del mundo.
Mientras no nos aferremos a “ama a tu prójimo como a ti mismo”, siempre habrá conflicto, violencia y problemas ecológicos en todo el mundo. Pero si durante Tishá BeAv asumimos el compromiso de realizar la restricción frente al deseo de recibir para uno mismo, y a través de las cinco prohibiciones convertimos nuestros anhelos de gratificación inmediata por un deseo de compartir con todos los habitantes de la tierra, en este día puede comenzar a tener lugar un cambio verdadero en el curso de la historia.
El Zóhar nos enseña que no sentimos luto por el Templo durante Tishá BeAv, ya que el Templo nunca fue destruido. Su estructura física simplemente fue escondida de nuestra vista. Por lo que sí deberíamos sentir luto es por la pérdida de nuestro Templo espiritual, la vasija metafísica que existe dentro de nosotros. La forma de sentir luto no es caer en una depresión profunda, sino más bien resistir, por medio de las cinco prohibiciones, el deseo de recibir que ocasionó la destrucción. Entonces, debemos conectar con la felicidad y el amor del Árbol de la vida y canalizar responsablemente la Luz que es revelada durante este día a lo largo de toda la Creación. Así es como podemos generar la Redención Final. Así es como nace el Mesías.
¿Quién es capaz de generar la Redención Final por medio de las conexiones que hacemos durante Tishá BeAv? La respuesta es: Sólo aquéllos quienes ven que todas las expresiones del caos son ilusorias.
La única forma de eliminar el caos es al saber que el caos realmente no existe.