“Así… el Tabernáculo fue erigido”.
—Éxodo 40:17
La energía de esta semana es la culminación del proceso de creación del Tabernáculo, o el hogar, para el Creador. Del mismo modo, en nuestra propia vida, muchos de nosotros luchamos por crear tal espacio de paz, armonía, alegría y plenitud.
En la porción de Terumá, en el libro de Éxodo, leemos que el Creador invita a cualquiera que tenga un corazón dispuesto a contribuir con la creación de esta estructura y dice: “Y habitaré entre ellos”, lo cual quiere decir que no estará dentro de la estructura sino dentro de aquellos que creen el espacio.
La Fuerza de Luz del Creador, la energía de la vida en sí, está disponible a nuestro alrededor y todos los días. Sin embargo, no todos nosotros sentimos esa energía de estar vivos todo el tiempo. Para mejorar nuestra conexión con la energía de vida y sentirla, podemos ver la relación entre nuestra alma (una chispa de energía divina de vida) y nuestro cuerpo (un contenedor y el hogar de esa energía).
Para hacer que el alma tenga una residencia cómoda en nuestro cuerpo y permitirle brillar, debemos crear una afinidad de forma entre nuestra alma y nuestro cuerpo. Por ser una chispa divina de vida, nuestra alma es pura, así que nuestro cuerpo debe estar limpio de energía tóxica para poder conectarse con nuestra alma. Esa es la ley de la vibración. Las emociones negativas como la vergüenza y la culpa no vibran en la misma frecuencia que nuestra alma. El resentimiento, el temor y la ira no pueden albergar, sentir y expresar la energía vibrante y pura del alma.
Una mente con la conciencia de compartir de forma global y con responsabilidad crea un espacio para que la energía divina habite dentro de ella. Un corazón abierto que permita que el amor incondicional fluya a través de él, y la desintoxicación constante de las emociones y energías de baja vibración, crea la vasija, el templo en el interior.
¡El día de hoy, abre tu corazón al significado profundo de ser un faro de Luz y brilla para el mundo!