Imagina a un hombre sentado solo en una habitación oscura. No sabe cómo llegó allí. No puede ver nada a su alrededor. Piensa que es muy desafortunado y que su situación no podría ser peor. Ahora imagina que se encuentra una linterna y la enciende. Lentamente, recorre la habitación y ve que está rodeado de un tesoro. Hay diamantes y oro. También hay libros. Y una gran variedad de comida; ¡prácticamente cualquier cosa que pudiera desear! Comienza a darse cuenta de que tiene mucho más de lo que pensaba originalmente, simplemente no lo veía. La habitación no cambió de ninguna manera, sino que cambió su percepción de la habitación.
"La Luz del Creador nos rodea siempre."
Al igual que el hombre en la habitación oscura, a veces nosotros sentimos que nuestra realidad es difícil y negativa. Pero, como explica Rav Áshlag en sus escritos sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, la Luz del Creador nos rodea siempre; aun si no podemos verla. Solo porque no podamos sentirla algunas veces no significa que no esté presente. La Luz es inmutable, así que lo que debe cambiar es nuestra percepción de la Luz.
A menudo hablamos sobre el proceso que nuestra alma debe atravesar a fin de ganarse la Luz del Creador. Hablamos de transformar nuestro Deseo de Recibir para Sí Mismo en Deseo de Recibir para Compartir. Pero es importante entender que el Creador no desea darnos ni más ni menos Luz conforme a nuestro nivel de Deseo. Él no nos ve como buenos o malos, positivos o negativos. El Creador quiere enviarnos bendiciones indiferentemente de quiénes seamos o qué hayamos hecho, y esas bendiciones están siempre a nuestro alrededor. El trabajo espiritual y el proceso de transformación por el cual pasamos es para permitirnos encontrar la linterna y ver las bendiciones.
Uno de los principios esenciales de la Kabbalah es que estamos destinados a ser como el Creador, unificados con Él en pensamiento y acción. Si entendemos que el Creador no nos juzga y solo quiere compartir infinitamente con nosotros, entonces esta es una lección valiosa acerca de cómo debemos vivir nuestra vida. Para poder ser como el Creador, debemos pensar y actuar como Él lo hace. Esto significa que deberíamos preocuparnos en cómo podemos compartir más con quienes nos rodean y cómo podemos juzgarlos menos. ¡El objetivo principal es alcanzar un estado en el que ya no veamos lo malo en los demás en absoluto!
"Estamos destinados a ser como el Creador, unificados con Él en pensamiento y acción."
Hay una historia en la Torá acerca de los gemelos Yaakov y Esav. Esav nació primero, por tanto era el heredero legal del patrimonio de su familia; pero él no tenía interés en los asuntos espirituales. Dado que Esav no era un hombre santo, estuvo dispuesto a venderle su herencia a Yaakov. No obstante, Esav era el hijo favorito de su padre, Yitsjak. ¿Cómo fue posible que un alma tan espiritualmente elevada como Yitsjak no pudiera ver que su hijo solo estaba interesado en asuntos del mundo físico y que no era una persona espiritual? Yitsjak no veía la negatividad en Esav, no porque estuviera cegado, sino porque el alma de Yitsjak era tan elevada que solo veía lo bueno en él. Esav tenía el proceso personal que debía enfrentar, al igual que todos nosotros, pero el deber de Yitsjak no era juzgar a su hijo, sino solamente amarlo.
¿Cómo llegamos a este nivel en el que ya no veamos la negatividad en los demás? Se requiere trabajo arduo. No hay “un solo modo” de vivir. La gente se conecta con la Luz de diferentes maneras, y cada uno tiene sus propios desafíos que enfrentar. Cuanto más practiquemos amar en vez de juzgar, más alinearemos nuestros pensamientos con el Creador. Cada vez que nos esforcemos en ver lo bueno en alguien y no ver lo malo, podemos conectarnos con la Luz Infinita.
El Creador no ve negatividad en nosotros y nos ama infinitamente, así como Yitsjak amaba a Esav. Este es el poderoso ejemplo que debemos esforzarnos en emular con los demás. Esta es la herramienta que ilumina la oscuridad a fin de revelar las bendiciones que nos rodean siempre.
