Kóraj era familia de Aarón, Miriam y Moshé. Él era un hombre poderoso y, como resultado, pudo reunir a 250 personas reconocidas y fiables para que se enfrentaran a Moshé. Se congregaron y le dijeron a Moshé, “¿Crees que eres sagrado? Todos somos sagrados, Dios está en nuestro interior, ¿Por qué crees que estás por encima de nosotros? ¿Acaso es esto nepotismo?”. Entonces Dios le dijo a Moshé, “Vete y llévate a toda la nación contigo, aléjalos de esas 250 personas que están con Kóraj o todos será tragados”. Luego la tierra se abrió y se tragó a las 250 personas provocando así una plaga y la muerte de muchos.
Aquí el Zóhar nos enseña y nos hace entender el hecho de que el mal de ojo es el único factor responsable de toda forma de muerte. El cáncer, los ataques al corazón, los accidentes y demás no son las verdaderas causas.
El primer mal de ojo, curiosamente, ocurre en el Libro de Génesis. El Zóhar explica que la muerte surgió debido a que la serpiente envidiaba a Adán y estaba celosa del hecho de que no poder casarse con Eva. Recuerda que esta serpiente no sólo se arrastraba sino que se paraba y hablaba. El Zóhar continúa y dice que el mal de ojo no siempre consta en desearle mal a nuestro enemigo, eso es sólo una característica de éste. La razón por la que el mal de ojo es tan cruel, y no sólo me refiero al efecto sobre el perpetrador, es porque es muy destructivo. Desear mal no es el único mecanismo de la maldad, hay otros.
Cuando pensamos que alguien tiene algo que no debe tener, aunque lo hagamos sin darnos cuenta, también es mal de ojo.
El Zóhar explica que cuando alguien roba, al menos se beneficia de ello. Por ejemplo, cuando alguien se roba un abrigo, al menos obtiene un abrigo, no importa que lo pierda luego. Pero cuando alguien tiene mal de ojo, algo que puede pasar hasta en nuestra familia cuando un miembro tiene algo que otro no, lo que esa persona tiene se le es arrebatado. Ese es el poder del mal de ojo. Es como un rayo láser que apunta a algo, hasta tiene el poder de provocar un incendio. Por eso es tan destructivo, una persona puede morir a causa de éste bajo diversas circunstancias.
¿Qué quería Kóraj? ¿Un poco de reconocimiento? Bajo aquellas circunstancias, ¿era eso algo tan malo? En ese caso, hubo una apertura y alguien pudo eliminar a la otra persona. Con un familiar, ¿se quiere que el otro pierda algo? No necesariamente, sólo se quiere algo que ese familiar tiene.
No podemos ver a nuestro alrededor y decir, “Quiero o me hace falta algo que alguien más tiene”. Sólo por comparación es que decimos, “No tengo esto o no tengo aquello”. Es tan destructivo, tal y como dice el Zóhar, que Kóraj no sólo no consiguió lo que buscaba, sino que perdió todo lo que tenía. La mayoría del infortunio tiene que ver, de una manera u otra, con nuestro ojo. Al menos podemos inmunizarnos contra éste para no caer en la trampa de la serpiente, eso es lo que esta porción nos enseña. No tenemos que ver fuera de nosotros, sino que debemos esforzarnos en preparar nuestra vasija para recibir. Preparar nuestra vasija no es algo fácil, sólo se logra trabajando en nuestras dificultades y superando nuestros desafíos.
Debemos estar conscientes de que pensar que nuestra carencia puede ser suplida por algo que alguien más tiene es el arma principal de Satán. Es tan sutil que toma mucho tiempo desarrollar interés en ser consciente de ello. Lo que deseas puede no formar parte de tu modelo de vida, cuando algo no llega a nosotros es porque no tenemos la vasija para recibirlo. Si tenemos alguna carencia o nos hace falta algo que queremos no es porque alguien nos lo haya quitado. De hecho, el Zóhar dice que Kóraj quería los beneficios que Moshé tenía, aunque realmente Moshé estaba dispuesto a entregarlos.