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La verdadera esencia del mundo

Michael Berg
Septiembre 21, 2018
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En su comentario sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, Rav Áshlag nos enseña que todo en nuestro mundo se deriva del deseo del Creador de compartir Luz infinita con nosotros. Este deseo fue el mismísimo Pensamiento de la Creación a partir del cual se creó nuestro mundo entero. Todo lo que fue, es y será encapsulado en ese único Pensamiento. Esto significa que todo el ADN de nuestro mundo es desarrollado de la misma esencia: la gente y los lugares que nos rodean, las situaciones en las que nos encontramos, la sabiduría que estudiamos. Incluso el dolor, el sufrimiento y la muerte, cosas que consideramos como negativas, son de la misma esencia. Todo proviene de este único Pensamiento de la Creación.

"¿Cómo puede haber dolor, debilidad y oscuridad en el mundo si todo lo bueno proviene del Creador?"

Sabemos que el Creador es una fuente infinita de amor y Luz, así que ¿cómo esto puede ser posible? ¿Cómo puede haber dolor, debilidad y oscuridad en el mundo si todo lo bueno proviene del Creador? Rav Áshlag usa un ejemplo muy famoso para explicar la respuesta. En la historia, un hombre adinerado visita a un hombre pobre y le da comida, bebida, oro y plata; lo envuelve de regalos. Cada día que pasa, el hombre rico le da al pobre cada vez más regalos. Aunque el hombre pobre está bastante agradecido, también se siente culpable e indigno, porque no ha hecho nada para ganarse estos regalos. Es un fenómeno que solemos llamar Pan de la Vergüenza. En esencia, el hombre pobre recibe dos emociones opuestas a la vez: placer e incomodidad. El placer proviene directamente del hombre rico, quien le está dando los regalos. Por otro lado, la incomodidad no es algo que el hombre adinerado le esté dando directamente al hombre pobre pero, en cierto nivel, le está generando esa sensación a través de su dádiva.

"Todo lo que sentimos proviene del Creador".

Lo mismo sucede con el Creador. Todo lo que sentimos proviene del Creador, ya sea de forma directa o indirecta. El Creador nos diseñó con un Deseo de Recibir, el cual a menudo tiende a alejarnos cada vez más de la Luz y nos causa gran dolor y malestar. Intentamos saciar nuestro Deseo de Recibir con cosas egoístas, sin entender que la verdadera plenitud proviene de compartir, y esto le genera un increíble dolor a nuestra alma. Así que, si bien el dolor no viene directamente del Creador, nuestro Deseo de Recibir sí; por tanto, la mano del Creador sigue estando detrás.

 

Todos los aspectos opuestos que percibimos en nuestro mundo, positivos y negativos, dicha y dolor, fuerza y debilidad, todos derivan de la intención del Creador de darnos plenitud. Una vez que sabemos esto, podemos entender que hay dos niveles para todo lo que experimentamos. El primero es la realidad ilusoria y falsa que vemos a nuestro alrededor. En este nivel, creemos que cierta persona o situación es la fuente de nuestro dolor, porque está creando conflicto en nuestra vida. Pero el segundo nivel es la esencia de todo: la realidad en la que vemos que todas estas situaciones provienen del Creador, nacen de Su Deseo de Compartir con nosotros. A veces creemos que hay una fuente del bien y una fuente del mal en nuestra vida, y que ambas nos influyen. Pero Rav Áshlag explica que solo hay una fuente: el Creador.

 

Nuestro mundo físico, y todo lo que en él hay, es necesario para nuestro trabajo espiritual. Antes de la Creación, el Creador solamente quería compartir con nosotros, pero nosotros, como receptores, manteníamos la esencia del Creador en nuestro interior; esto implicó que inherentemente quisiéramos ser como el Creador: seres que comparten. El Creador entendió que nunca tendríamos plenitud verdadera hasta que transformáramos nuestro Deseo de Recibir en Deseo de Compartir. Así que Él diseñó un mundo físico para que pudiéramos tener las herramientas necesarias a fin de hacer esa transformación. Este es todo el propósito de la Creación. No hay nada en nuestro mundo o en nuestra vida que no tenga el fin de ayudarnos en este proceso de transformación. Cada detalle de nuestra vida está orientado a ese objetivo.

"The more we transform, the more we are able to receive the Light."

Esto nos permite entender y apreciar por qué nos suceden las cosas. Las situaciones que percibimos como negativas en nuestra vida en realidad son oportunidades para que nos transformemos a fin de recibir totalmente la Luz del Creador y hallar plenitud duradera. Esto es todo lo que quiere el Creador para nosotros, y también es lo que nuestra alma quiere.

Como humanidad, estamos destinados a alcanzar un nivel de transformación global; y esto es algo que no podemos detener. Nuestro ego es el que nos hace pensar que podemos luchar contra este proceso de transformación. No obstante, combatir este proceso es como si un grano de arena luchara contra un huracán. No tenemos opción de decidir si este proceso ocurrirá o no; nuestra única decisión es cómo lo enfrentamos. Muchos de nosotros intentamos salirnos de la ruta en la que nos ha puesto el Creador para alcanzar nuestro objetivo, porque es una ruta difícil. Está llena de dificultades y trabajo duro. Pensamos que queremos tomar otro camino. ¡Pero no es posible! Todo nos lleva en esa dirección. Cuando nos resistimos, no llegamos a donde queremos llegar y no disfrutamos el proceso, porque no entendemos a dónde estamos destinados a ir. Toda nuestra frustración, desilusión y dolor vienen de no entender que no podemos huir de este proceso. Todo en nuestra vida está destinado a devolvernos a él.

Estamos destinados a llegar al punto en el que veamos la benevolencia en todo. Parte de nuestro trabajo espiritual es llegar a entender que todo, incluso las cosas que percibimos como negativas, son parte de la misma esencia unificada: el Pensamiento de la Creación. Una vez que esa sea la manera en la que genuinamente percibimos el mundo, ya no veremos negatividad en los demás ni en nosotros, sino solo la esencia verdadera.

Ninguno de nosotros tiene esta capacidad en su totalidad. Tenemos que desarrollarla. A través del estudio de la Kabbalah y el uso de las herramientas espirituales, nuestro Deseo de Recibir puede ser transformado en Deseo de Compartir. Cuando más transformemos, más seremos capaces de recibir Luz. Por supuesto, una vez que ocurra esa transformación la Luz que recibimos sigue siendo la esencia del Pensamiento de la Creación, la misma Luz que está en todo. La Luz no cambia, lo que cambia es cómo nosotros la recibimos.

Entender la verdad que hay en esto nos ayuda a recibir un sentido de paz y entendimiento. Pero, más importante aún, en realidad tiene el poder de llevarnos a nosotros y al mundo un paso más cerca a alcanzar la transformación total y la plenitud duradera.

*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, lecciones 19, 20 y 21:


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