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El gran sacrificio

Centro de Kabbalah
Marzo 3, 2014
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“El Centro de Kabbalah no es tradicional, y sé que a veces hasta nosotros lo olvidamos. Como no somos tradicionalistas, hacemos lo que entendemos. Si no lo entendemos, no lo hacemos. No hacemos rituales sólo porque esa haya sido la costumbre por milenios. Queremos saber por qué hacemos las cosas. Esa es nuestra conciencia”. -Rav Berg

Las personas siempre han buscado la manera de fortalecer su conexión con el Creador. Por siglos, distintas culturas han usado canciones, bailes, artes visuales y meditación (por nombrar algunas) como una expresión de gratitud y amor por el Creador. En el tiempo de Moshé, la conexión se hacía a través de sacrificios. Esta podría parecer una práctica extraña desde nuestro punto de vista moderno. Se nos hace difícil ver los sacrificios como una parte importante de una práctica espiritual, sin embargo, era un aspecto necesario de la vida diaria que mantenía a los israelitas conectados con la Luz.

Los sacrificios se llevaban al Tabernáculo o al Templo en distintos momentos: tiempos de felicidad, tiempos de pérdida y devastación, tiempos difíciles o tiempos en los que habían cometido errores. Todos estos son momentos en los que nuestra alma desea una cercanía espiritual con el Creador. Realizar un sacrificio era una manera de tener este tipo de conexión. Además, se realizaban sacrificios diarios porque la conexión con el Creador y nuestra transformación espiritual son aspectos en los que debemos trabajar continuamente.

El capítulo bíblico de Vayikrá da instrucciones precisas sobre cómo realizar un sacrificio. Los israelitas respetaban dichas instrucciones de Dios y establecieron los sacrificios como una parte consistente de su práctica espiritual por siglos. Todo cambió cuando cayó el segundo Templo. Sin el Templo como un lugar para realizar sacrificios, la gente buscó otras maneras de acercarse al Creador.

Hoy en día, los hombres kabbalistas oran tres veces al día, la misma cantidad de veces que se realizaban sacrificios diariamente: mañana, tarde y noche. La oración matutina despierta energía para activar la fuerza espiritual conocida como misericordia, la cual nos ayuda a protegernos del caos y el juicio. La segunda oración del día se realiza al caer la tarde, ésta ayuda a dominar nuestro juicio sobre los demás. La última oración se realiza ya entrada la noche, después de que cae el sol. El Zóhar nos enseña que la conexión nocturna tiene el poder de eliminar obstáculos que nos impiden conectarnos con otros, esto hace que nuestras relaciones sean más llevaderas. Las mujeres no necesitan realizar la oración diaria porque ellas pueden manifestar Luz de otra manera.

Orar tres veces al día puede parecer un gran compromiso, tan grande que la mayoría no cree poder hacerlo. Sin embargo, podemos utilizar este modelo como una inspiración para conectarnos regularmente con la Luz del Creador. A veces es tan simple como reflexionar sobre cómo podríamos hacer las cosas de manera distinta o cómo podríamos ser más generosos con otros. Tomarte el tiempo para reflexionar tres veces al día puede ser una forma de oración.

Con cada oración continuamos con los sacrificios, aunque sean internos. Cuando oramos, nos acercamos al altar proverbial para realizar un sacrificio al Creador que está constituido por nuestros defectos, debilidades y la “grasa” de nuestra conciencia, es decir, nuestro ego. La oración nos da la oportunidad de revisar nuestro día y nuestra interacción con los demás. A través de la reflexión podemos reconocer tendencias egocéntricas y, en el proceso, fortalecer nuestra conexión con el Creador. Admitir nuestro comportamiento egocéntrico es difícil, pero si lo hacemos, traemos más Luz a nuestra vida y a la de quienes nos rodean. Con cada oración avanzamos en nuestra vida como un canal de Luz cada vez más fuerte.

Aunque el segundo Templo fue físicamente destruido, Rav Berg nos enseñó que cuando todos nos transformemos espiritualmente, quitaremos los velos y veremos que el Templo aún está ahí. Esa realización espiritual es responsabilidad de cada individuo, mientras tanto, la pérdida física del segundo Templo se fortalece. Por medio de oraciones o reflexiones habituales, podemos mantener la tradición del sacrificio para poder eliminar negatividad de nuestra vida. La Luz que recibimos por hacerlo durará para siempre.


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