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La unión del amor

Centro de Kabbalah
Noviembre 4, 2013
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El amor. Podemos caer en él tan fácilmente. Una mirada, una sonrisa, un gesto y quedamos cautivados.

Cuando nos enamoramos, nuestros cerebros responden a la reacción química similar a la que ocurre cuando consumes cocaína. Lo anhelamos, no podemos tener suficiente de él. El amor puede motivar nuestras acciones y reacciones.

El amor nos puede volver ciegos.

Sin embargo, de acuerdo a la Kabbalah este tipo de amor no es verdadero amor. Este tipo de amor está basado en la necesidad, lo cual es completamente opuesto al tipo de amor sobre el cual los grandes kabbalistas han escrito durante siglos.

El verdadero amor es intenso, profundo y desinteresado. El verdadero amor nos conecta con la Luz.

En la historia bíblica de Vayetsé, Yaakov conoce a su futura esposa Rajel. Comienza como muchas historias de amor, con un cortejo muy rápido. Yaakov la ve acercarse a un pozo y está tan atontado por su belleza que mueve una roca pesada del pozo y da agua a su rebaño de ovejas, una tarea que normalmente requeriría de varios hombres. Ella estaba impresionada por su muestra de fortaleza. Entonces Yaakov la besó, una de las pocas ocasiones en las que una pareja de la biblia que no estaba casada se besaba. El estaba muy contento y alzó su voz y lloró con emoción.

Una típica historia de amor a primera vista, ¿Verdad?

Bueno, mientras la historia continúa, aprendemos cuán profundo era el amor de Yaakov por Rajel. Ella lo lleva a casa para que conozca a su padre, Labán, quien lo recibió con los brazos abiertos. Luego de un mes viviendo con su familia, Yaakov se ofreció a trabajar para Labán durante siete años a cambio de la mano de Rajel en matrimonio. Éste parecía no ser un caso común de encaprichamiento después de todo. Al contrario, es una historia de profundo amor kabbalístico.

En Secrets of the Bible (Secretos de la biblia), Michael Berg indica:

“En su forma final, el amor que Yaakov y Rajel alcanzaron es conocido como el Deseo de Compartir. El amor de ellos no tenía nada que ver con lo que pudiesen obtener el uno del otro. El amor que compartían era una apreciación por lo que ambos eran capaces de dar. Cuando Yaakov vio a Rajel… él se dio cuenta de la Luz que ella podía revelar al mundo”.

Pero este amor sería probado. Cuando los siete años culminaron, Yaakov le dijo a Labán: “Dame a mi esposa ya que mis días están completados”. Labán era un timador y le entregó como esposa a la hermana mayor de Rajel, Lea. Él se casó con Lea mientras ésta llevaba el velo, creyendo que estaba comprometiendo su vida a la de Rajel. Cuando descubrió que había sido engañado, Yaakov estaba muy molesto, algo comprensible. Labán le explicó que era tradición de su cultura casar a la hija mayor primero pero aceptó permitirle a Yaakov casarse con Rajel después de otros siete años de trabajo.

En aquel punto, Yaakov podía haberse rendido. Sin embargo, no lo hizo. Él continuó trabajando para Labán y finalmente mereció la mano de Rajel en matrimonio después de 14 años de trabajo. Esto fue un verdadero acto desinteresado motivado meramente por el amor. El kabbalista Rav Berg explica que este tipo de amor ocurre cuando: “sientes la unidad con el individuo, no por cómo te sientes con la química”. Sólo la unidad a nivel del alma podía alimentar la ambición de Yaakov.

Lo que resalta el verdadero amor desinteresado es la unidad o unicidad.

Unicidad quiere decir que tu alma se conecta con el alma de otro. Significa que dejas ir tus deseos egoístas y consideras las necesidades de otro. Y la persona que amas hace lo mismo. Nuestro ego interfiere al convencernos de que nuestras necesidades son más importantes. En lugar de un continuo flujo de compartir, cuando nuestro ego se involucra interactuamos con otros en un nivel superficial, literalmente cegados por nuestros egos. Subsecuentemente, no podemos reconocernos a nosotros mismos en el alma de otro.

Por lo general, los sentimientos que encienden la mayor pasión al principio de una relación están alimentados por el deseo de recibir para sí mismo y no por el deseo de compartir. El kabbalista Rav Berg explica:

“¿A qué te refieres con verdadero amor? Si te refieres a la expresión de calidez, emoción y deseo que se convierte en excitación, la química que es tan maravillosa, amigo mío, eso no es una señal de amor. Al contrario, una señal de amor es algo muy simple. Tú sólo sabes que está allí... Simplemente sabes que no quieres estar sin esa persona ni un instante”.

La Kabbalah enseña que ese amor desinteresado es crucial, no sólo por la bendición que sentimos cuando unimos nuestra alma con la de otro. Es la clave para la transformación propia y el cambio positivo para el mudo. Cuando nos conectamos con un compañero a nivel del alma, podemos conectarnos mejor con otros, ya sean amigos o extraños. Cuando dos personas, como Yaakov y Rajel, se unen en amor desinteresado, su habilidad de elevarse por encima del egoísmo debilita el ego colectivo y la energía espiritual del mundo se fortalece.


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