Cuando Moshé sacó a los israelitas de Egipto y los llevó al desierto donde estuvieron cuarenta años, el pueblo comenzó a sentir resentimiento por él. Aunque habían sido esclavos en Egipto, tenían comida y las comodidades que el duro desierto no ofrecía. Por lo tanto, el Creador les envió el alimento espiritual llamado maná. Cuando lo comían les sabía a lo que ellos quisieran. Si querían que supiera dulce, sabía dulce. Si querían que supiera salado, sabía salado.
¿Cómo es posible que algo tuviera cualidades opuestas, como dulce y salado, a la vez? La respuesta a esta pregunta es una lección importante acerca de la naturaleza ilimitada de la Luz del Creador.
"¿Cómo es posible que algo tuviera cualidades opuestas, como dulce y salado, a la vez?"
Los kabbalistas enseñan que la Luz del Creador incluye la esencia de todo en nuestro mundo, unificada en simple perfección. En otras palabras, todo en nuestro mundo físico proviene del Creador, así que por consiguiente el Creador debe poseer todas las cualidades de nuestro mundo de cierta manera.
Dado que el maná era materia espiritual, tenía esta misma cualidad espiritual: incluía todo dentro de sí, tanto lo dulce como lo salado, antes de que se manifestara en este mundo. El maná en sí no era ni dulce ni salado, pero tenía las semillas de esas características. Conforme al deseo y la conciencia del receptor, esa cualidad espiritual se manifestaba de la manera que él quisiera.
A través de este ejemplo, podemos entender la forma en que se manifiesta la Luz en nuestra vida. Hay dos aspectos de la Luz del Creador. El primero es la esencia antes de que la recibamos, que es la perfección simple que incluye todos los aspectos de nuestro mundo. El segundo es la forma que toma cuando se revela en nuestro mundo, manifestada de forma específica y limitada según la persona que la reciba. La Luz comienza en su forma inicial enviándonos bendiciones abundantes, pero cuando nosotros recibimos la Luz, en realidad la contraemos de tal manera que solo revela un aspecto muy pequeño de su verdadero potencial. Es como si tomáramos la Luz y la minimizáramos hasta que solo brille un rayito. Aunque cada aspecto de la Luz del Creador tenga la capacidad de revelar bendiciones ilimitadas, reducimos esa revelación y experiencia de la Luz a un nivel limitado.
En cualquier medida que estemos limitados en nuestra conexión con el Creador, en esa medida limitamos a la Luz del Creador que tiene tanto el deseo como la capacidad de revelar bendiciones ilimitadas constantemente. Esto nos muestra el dolor que le hacemos pasar a la Luz del Creador cada vez que la manifestamos, porque siempre estamos impidiendo que revele todo su potencial. Al hacerlo, estamos sintiendo dicha y plenitud limitadas en nuestra vida.
"La esencia de la Luz es ilimitada."
Cuando bebemos algo dulce, por ejemplo, hay Luz del Creador dentro de la bebida. Saboreamos la Luz, pero la restringimos de modo que solo se manifieste como dulce. La Luz en sí no es dulce; tiene todas las cualidades de todo lo que existe en el mundo, pero nosotros no permitimos que esas cualidades se manifiesten. La Luz se puede manifestar de millones de maneras —alegría, comodidad, prosperidad—, pero nosotros restringimos la Luz del Creador y decimos: “En este momento solo quiero percibir dulzor”. Nosotros le decimos a la Luz cómo manifestarse y, por lo tanto, impedimos que se manifieste en su totalidad.
No hay diferencia cuando la Luz se manifiesta como dulzor, belleza, dicha o cualquier otra bendición. Cuando recibimos Luz, pensamos: “Le pedí al Creador que me enviara felicidad hoy, así que el Creador me está enviando Luz de Felicidad”. No existe algo llamado Luz de Felicidad. Solo existe la Luz del Creador, una Luz simple. Si el día de hoy solo pedimos felicidad, entonces limitamos las bendiciones a únicamente felicidad, un aspecto pequeño de la Luz, y rechazamos el hecho de que el Creador quiere darnos mucho más.
"El Creador quiere darnos bendiciones infinitas."
La esencia de la Luz es ilimitada. Cuando nosotros estamos limitados tanto en nuestras peticiones como en nuestra conciencia, obligamos al Creador a limitar las bendiciones también. Este entendimiento debería darnos el deseo de dejar de limitar la manera en la que queremos que se manifieste la Luz del Creador.
Cuanto más nos abramos a tener una verdadera conexión con el Creador, más quitamos las barreras que reducen la Luz. Este es el nivel que una persona justa alcanza. Estas personas sienten constantemente la Luz sin limitaciones. No tienen una manifestación reducida como la mayoría de nosotros la tiene. Ellos aprecian la totalidad de la Luz del Creador.
El Creador quiere darnos bendiciones infinitas. Nuestro trabajo es esforzarnos espiritualmente, conectarnos con el Creador, cambiar nuestra conciencia y ganarnos la Luz del Creador.
*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas – Lección 13