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La forma de ayudar

Centro de Kabbalah
Octubre 14, 2015
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Hideaki Akaiwa se encontraba en su trabajo cuando un terremoto de 9.0 azotó Japón en marzo de 2011. Menos de una hora después, un tsunami devastó el país. Akaiwa se apresuró en llegar a su hogar y encontró su vecindario sumergido bajo el agua; en algunos lugares llegó a alcanzar casi 3 metros de altura. Preocupado por el bienestar de su esposa, comenzó a buscarla. Se rumorea que, de algún modo, Akaiwa encontró un traje de buceo y se sumergió en el agua helada, esquivando objetos que flotaban a la deriva.

Akaiwa encontró a su esposa atrapada dentro de su casa y la sacó hasta llevarla a un lugar seguro. Luego enfocó su atención en encontrar a su madre, de quien no sabía nada desde que comenzó el desastre. Luego de varios días de búsqueda en centros de evacuación, decidió buscarla él mismo y se dirigió al vecindario donde había sido vista por última vez. Al final la encontró varada en una casa donde había estado esperando ser rescatada durante cuatro días.

Una vez que cumplió con la responsabilidad de encontrar a su esposa y a su madre, cualquier otra persona habría finalizado sus actividades de rescate, permitiendo a las autoridades hacer el resto del trabajo. Sin embargo, Akaiwa se sintió obligado a regresar a condiciones peligrosas para encontrar a otras personas que necesitaran ayuda. Durante muchos días después del desastre, se adentró en las comunidades montando en bicicleta y con una mochila donde llevaba suministros para ayudar a cualquiera que encontrara.

¿Qué tan lejos irías por ayudar a un desconocido?

Es casi imposible dar una respuesta a la pregunta anterior. Pero una cosa es segura: a la mayoría de nosotros nos gustaría ayudar, aunque no muchos darían un paso adelante para marcar la diferencia.

Los kabbalistas enseñan que nuestro propósito en esta vida es ayudar a otros individuos al convertirnos en seres que comparten. La mayoría de nosotros no damos el paso para verificar cómo se encuentran las personas a nuestro alrededor. Nos hemos acostumbrado a la inactividad y a pensar que la vida de otras personas no es de nuestra incumbencia. Puede que nos sintamos como entrometidos y groseros al preguntar a alguien cómo podemos ayudar, pero Michael Berg nos exhorta: “Debemos aceptar la responsabilidad por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestra comunidad y por el mundo”. Así que, cuando veamos una necesidad, es nuestro trabajo encontrar una manera de ofrecer asistencia. No podemos asumir que alguien más actuará.

Algunos dirán que Akaiwa fue valiente, pero cada uno de nosotros es capaz de llevar a cabo actos llenos de valentía más allá de lo que podemos imaginar. Ciertamente, Akaiwa tuvo valor, pero él no actuó solo. Una gran cantidad de Luz estaba disponible para él simplemente porque tuvo el deseo de ayudar. Michael Berg dice: “Mientras tengamos un deseo verdadero por ayudar a otra persona, ese deseo nos conectará con el Creador y Él nos dará todo lo que necesitamos para ofrecer esa ayuda”.

Mira a tu alrededor. ¿Quién de tu familia o comunidad podría estar necesitando un poco de ayuda? Quizás tienes un vecino anciano que vive solo, ¿podrías ofrecerte a hacer sus recados? ¿Conoces a una madre soltera o que trabaje? ¿Podrías ofrecerte a cortar su césped, ayudarla con las bolsas de las compras o simplemente jugar con sus hijos por un rato para que así ella pueda hacer otras cosas? Todos los días surgen las oportunidades para ayudar a otros, ya sea que ocurra un desastre natural o no. Cuando nos acostumbramos a pensar en las necesidades de las demás personas, es más probable que veamos cada momento como una oportunidad para mostrar bondad y compasión.

Cumplir con el propósito de nuestra vida no significa cuidar sólo a nuestros seres queridos, significa rehusarnos a dar excusas, preguntarnos qué somos realmente capaces de hacer y luego decidir que somos la persona indicada para marcar la diferencia. “Tú y yo podemos salvar a una persona. Tú y yo podemos salvar al mundo”, dice Michael Berg. “Podemos hacerlo al encontrar formas para despertar en nosotros un deseo cada vez más fuerte por ayudar a otras personas, sabiendo que sólo este deseo marcará la diferencia, no nuestra sabiduría, ni nuestra conexión espiritual”.

Akaiwa es un ejemplo inusual de heroísmo frente a la tragedia. Nosotros no necesitamos arriesgar nuestra vida para marcar una diferencia, sólo necesitamos encontrar una forma de ayudar a las demás personas. Michael Berg dice: “Si ves que alguien sufre, no es una coincidencia. Es el Creador diciéndote que puedes y debes ayudar de alguna manera”. Cuando no buscamos la forma de asistir a otras personas en necesidad, no sólo descuidamos el cumplimiento de nuestro verdadero propósito en esta vida, sino que no hacemos nada por lograr que este mundo sea un lugar mejor. Cuando individuos valientes actúan, sirven de inspiración para que cada uno de nosotros actuemos y compartamos más.


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