A Theodore Geisel, también conocido como Dr. Seuss, le rechazaron 27 veces la publicación de su primer libro Y pensar que lo vi en la calle Porvenir antes de que Vanguard Press lo aceptara en el año 1937.
Steven Spielberg no fue admitido en la prestigiosa escuela de cine de la Universidad del Sur de California varias veces antes de que finalmente lo aceptaran en la Universidad Estatal de California, en Long Beach. A pesar de haber ganado tres premios de la Academia con anterioridad, no completó sus estudios sino hasta el año 2002, 34 años después de abandonar la universidad.
Oprah Winfrey, presentadora de televisión, productora, filántropa cotizada en más de dos mil millones de dólares, comenzó su carrera en televisión al ser despedida públicamente luego de tan sólo siete meses y medio como copresentadora de noticias.
Hay tiempos en los que el trabajo duro no resulta en nada. Cuando ponemos nuestro esfuerzo en un proyecto que fracasa o tarda más en completarse de lo previsto, es sencillo sentirse desmotivado. Pero estos tres individuos tienen una muy importante cualidad en común que hizo la diferencia entre el éxito y el fracaso: la perseverancia.
Los kabbalistas enseñan que a menudo un proceso difícil precede al éxito y, a veces, ese proceso puede sentirse muy oscuro y desesperanzador. Michael Berg dice: “El fin del caos no siempre ocurre de inmediato. No ocurrirá mañana, el próximo mes ni el próximo año… Tenemos que entender que el caos en el que nos encontramos es una ilusión, y la manera de debilitar ese dolor y sufrimiento es sabiendo que es una ilusión y, como tal, no durará. Puede que no sea rápido ni fácil, pero al final del proceso, ese caos no existirá más”.
Según Michael Berg, la perseverancia es “la capacidad para saber con certeza que aunque el caos esté aquí ahora, no hay duda de que éste acabará”. La perseverancia es lo que nos motiva a trabajar constantemente para alcanzar una meta a pesar de las dificultades, obstáculos y desánimos. Esta característica es lo que suele distinguir entre los que consiguen la plenitud y los que no. No siempre llega fácilmente, pero sin ella, el impulso para realizar nuestros sueños puede disminuir.
Los neurocientíficos creen que hay una manera de cultivar la perseverancia y volverla un hábito, a fin de que tengamos más posibilidades de alcanzar nuestras metas y encontrar la plenitud. Ya sabemos que la dopamina, un neurotransmisor responsable de las emociones placenteras, es liberada en nuestro sistema cuando alcanzamos una meta.
Los estudios ahora muestran que la dopamina también nos ayuda a crear hábitos.
Cuando alcanzamos un objetivo nos sentimos excelente y por eso estamos forzados a hacerlo nuevamente. En consecuencia, podemos aumentar las probabilidades de perseverar al crear el hábito de fijar metas y luego cumplirlas.
Diariamente tenemos múltiples oportunidades para hacer fluir la dopamina. Todo depende de la manera en la que veamos nuestras actividades diarias. Sin un sentido de logro, disminuyen nuestras reservas de sensaciones agradables. Así que concibe tu día como una serie de tareas que mentalmente (o literalmente) puedes marcar mientras avanzas. Lavar los platos, ¡listo! Pasear al perro, ¡listo! Regresar tres llamadas, ¡listo!
Cada vez que marcas una tarea recibes un flujo de dopamina, lo que nos hace propensos a trabajar por más. Al crear un hábito de lograr nuestros objetivos personales, aumentamos nuestra capacidad para perseverar y perseguir otras metas más grandes.
Intenta crear el hábito de fijar fechas límite autoimpuestas para pequeños proyectos personales. Mantén una lista de tareas activa, un calendario de compromisos o una agenda para ayudarte a mantenerte comprometido con tus metas. Comparte tus intenciones con otras personas para que puedas rendirles cuentas. Cuando te encuentres con un problema, intenta dividir una gran meta en tareas más pequeñas y fáciles de manejar. Cada tarea que taches de la lista te dará un sentido de satisfacción que te impulsará a trabajar en la siguiente tarea.
Estas sencillas herramientas son una manera de programarte para la perseverancia cuando se trata de alcanzar grandes metas a largo plazo. Nunca sabemos cuándo estará cerca el éxito, quizá al siguiente intento o dentro de diez más. Pero como los kabbalistas lo enseñan: la perseverancia es la clave del logro.