Este artículo en la porción de la semana ha sido previamente publicado en el 2017.
Estoy segura de que todos han visto y usado los emojis de los monitos que se cubren los ojos, los oídos y la boca. Pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde vienen y qué significan? El origen de estos tres personajes es un poco oscuro. Son de origen japonés, están dibujados en los muros de un templo sintoísta, pero tienen posibles raíces budistas o hinduistas. Aunque en la cultura occidental usualmente tienen una connotación negativa ya que describen a alguien que se hace el ciego ante la maldad, su significado original es que es sabio “no ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal” (Por cierto, a veces hay un cuarto mono con los brazos cruzados que quiere decir: “no hacer el mal”).
La porción de esta semana se llama Shoftim, lo cual quiere decir “jueces”, y en la Torá leemos sobre los detalles de cómo debe funcionar el sistema judicial. Sobre esta porción, el Rav solía enseñar que hay puertas por las que pasa el alma después de dejar este mundo. En cada una hay un guardia que deja pasar el alma o no. Estas puertas también corresponden a puertas que tenemos en nuestro ser (ojos, boca, nariz, etc.), es decir, las aberturas por las que percibimos la realidad.
¿Te has dado cuenta de que cuando alguien no te cae bien por alguna razón parece que todo lo que hace, aunque sea totalmente benigno, está mal? Probablemente todos hemos pasado por algo así. La razón es que en realidad no percibimos la realidad como es. Nuestros ojos ven o nuestros oídos escuchan algo, pero todo es filtrado por nuestra mente. En el caso de alguien que no te cae bien, lo ves con un lente interno que hace que todo lo que este individuo haga sea desagradable.
Ninguno de nosotros es verdaderamente objetivo. De un modo u otro, nuestra percepción ha sido adulterada. Nuestra manera de ver el mundo es formada por una cantidad de cosas: el entorno en el que crecemos, la sociedad, la religión, la cultura, nuestro sistema de creencias, etc. Sin embargo, está escrito en la Biblia que cuando dejamos este mundo, no sólo seremos juzgados por nuestras acciones, sino también por nuestros sentidos, por la manera en la que percibimos la realidad. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Ser consciente espiritualmente es vivir con discernimiento de lo que permitimos entrar y salir de nuestros ojos, oídos y boca. Fuimos bendecidos con el poder de elegir ver lo que está bien en los demás en lugar de ver lo que está mal en ellos. Podemos ser conscientes de la oportunidad para decir una palabra amable sobre alguien y para evitar oír chismes. Aunque haya una persona con la que no te entiendas para nada, puedes encontrar al menos un aspecto positivo y concentrarte en él, teniendo en cuenta que creamos una bendición para nosotros por medio de ese esfuerzo.
Ser consciente de tus puertas no significa que te pongas en el camino de personas perjudiciales o que renuncies a tu sentido común y buen juicio. Más bien significa que consideres lo que dirás antes de decirlo o que retrocedas y pienses en otro punto de vista antes de reaccionar.
Es muy fácil y rápido acercarnos a alguien, juzgar a esa persona e instantáneamente compararnos con ella o encontrar defectos (aunque esto tiene más que ver con nuestra propia inseguridad que con cualquier otra cosa). Ver con lo que llamamos en hebreo “ayin tov” (buen ojo) significa percibir las cosas con benevolencia, recordar que hay una chispa divina en cada uno de los hijos de Dios. Parece un esfuerzo pequeño, irrelevante quizás, pero cuando vemos la Luz en los demás, nuestra propia Luz brilla con más intensidad en el mundo.