En su libro Días de poder, Rav Berg escribió: “Hay más poder en la semilla que en todo el árbol. Pero el poder de la semilla es potencial, mientras que el del árbol [ya] se ha manifestado”.
¡¿Cómo podría haber más poder en una semilla que en un roble completamente desarrollado?! La semilla es pequeña, casi sin peso alguno. No da frutos ni tiene ramas; bien podría ser un grano de arena en la playa cubierto de millones de pequeñas partículas que son exactamente iguales. Pero, una vez plantada, tiene todo el poder para manifestarse.
Sin embargo, el árbol en sí ya ha crecido. Tal vez no sea un roble sino un olivo. Si bien se ha manifestado maravillosamente para cultivar deliciosas aceitunas, nunca puede ser un roble. O un melocotonero. O un manzano. ¿Esto hace que se marchite y deje de crecer? No. Seguirá produciendo aceitunas mientras tenga vida, ¡que podría ser más de mil años!
Esta noche es el decimoquinto día del mes de Acuario, día conocido como Tu Bishvat, el aniversario de los árboles. Es la ventana de 24 horas en la que los árboles reciben su energía para todo el año; ya sea para que crezcan o produzcan frutos. Las Puertas Celestiales se abren para colmar el Reino Vegetal con alimento espiritual, pero también para darnos la oportunidad de encarnar el poder sobrenatural de los árboles…
Cada uno de nosotros contiene tanto la semilla como el árbol. Podríamos creer que, como la semilla, somos pequeños e insignificantes; pero nunca es así. ¡Contenemos una fuente infinita de potencial que podemos manifestar de muchas maneras! Al igual que el árbol, podemos creer que estamos completamente manifestados como una sola cosa, pero esto tampoco es cierto. ¡Todos, y siempre, somos obras en progreso!
De hecho, gran parte del potencial que alguna vez tuvimos sigue estando ahí.
Ese poder sobrenatural que podemos encarnar hoy en día es la capacidad de una planta para brotar y florecer contra la fuerza de gravedad. Los árboles desafían la gravedad de maneras milagrosas —¡alcanzando los 100 metros! — y pueden inspirarnos a hacer lo mismo. Nuestra naturaleza puede ser representada por el Deseo de Recibir para Sí Mismo, que es, curiosamente, de donde provienen la mayoría de nuestras creencias y pensamientos negativos. A medida que crecemos en contra o a pesar de este impulso, debemos esforzarnos por desarrollar un Deseo de Recibir para Compartir. Cuando lo hacemos, nos volvemos como el Creador: generoso, bueno y completamente infinito. Cuanto más emulamos al Creador, más trascendemos esas negatividades (dudas, miedos, preocupaciones o carencias) que nos impiden alcanzar nuestro potencial.
Los árboles frutales son algunos de los dadores más poderosos que existen. Desde una edad temprana, los árboles que dan frutos se podan de forma rutinaria como una manera de aumentar su resiliencia. A medida que continúan produciendo su fruto, el fruto en sí se vuelve más resistente y abundante. Pero no es solo el crecimiento del fruto lo que sustenta al árbol. Es la entrega del fruto. Cuanto más produce un árbol, más hay que podarlo para mantenerlo sano. Literalmente, tiene que compartir para seguir creciendo. Y cuando sus frutos se cultivan de manera constante y se cosechan generosamente, estos árboles pueden vivir hasta 200 años o más. Como ya hemos visto, ¡los olivos pueden superar los mil años! También dan a quien lo necesita, no escogen quién recibe su fruto, ¡no les importa!
Esto sirve como una metáfora perfecta. Crecer y prosperar con la intención de compartir constantemente es nuestro camino hacia la salud y la plenitud. No existimos para acaparar nuestros frutos o para dejar de crecer. El propósito de cada una de nuestras vidas es crecer como crecen los árboles: continua y generosamente, compartiendo en cada oportunidad. No es nuestro trabajo discernir quién es digno de nuestra bondad. Nuestro trabajo es tan solo dar y compartir. Sencillo, sí. ¿Fácil? No siempre. Pero lo que importa es el camino para convertirnos en seres dadores. Como suelo decir, el proceso es el propósito.
A medida que continuamos evolucionando y creciendo, nos volvemos dignos de algunas de las bendiciones más hermosas de la vida. Al igual que los árboles que crecen en contra de su naturaleza, produciendo frutos dulces y ramas altas, a medida que crecemos, también atraemos manifestaciones alegres. Dado que Tu Bishvat cae el 15 de Acuario, se encuentra justo en el opuesto del 15 del mes de Leo en la rueda zodiacal. ¿Por qué te digo eso? Porque el día quince del mes de Leo, conocido como Tu BeAv, es uno de los días más positivos y alegres de todo el año. Es el día de las almas gemelas, los matrimonios, las celebraciones y la alegría; el más dulce de los regalos que atraemos a medida que nos convertimos en la persona que estamos destinados a ser.
La promesa del crecimiento que experimentamos al comprometernos a ir en contra de nuestra naturaleza es una promesa de plenitud, alegría y abundancia. Mientras celebras este día verde, medita sobre cómo y dónde anhelas crecer. ¿A dónde te llama tu potencial? ¿Qué es lo que te detiene? Sea lo que fuere, ten presente que te está dando una potente oportunidad de florecer, quizá de maneras que nunca creíste posibles.