Para una persona es muy fácil ser espiritual cuando todo va bien en su vida. No es hasta que el estrés muestra su verdadera cara en forma de complicaciones médicas, dificultades financieras o problemas amorosos que nos damos cuenta de que es más fácil hablar sobre “ser espiritual” que serlo. De repente se hace más difícil actuar con dignidad humana, tener certeza en que todo viene del Creador y apreciar lo bueno en nuestra vida en lugar de concentrarnos en lo malo.
De hecho, durante estos momentos tan difíciles es cuando usualmente comenzamos a poner en duda si esto de la espiritualidad funciona para algo. A veces, según la intensidad de la dificultad, podríamos hasta dudar de la existencia de Dios. Este tipo de pensamiento lleva a la depresión, una característica común de Piscis, signo que nos está influenciando a todos en este momento en el calendario lunar.
Al mismo tiempo, los kabbalistas enseñan que el mes de Piscis es conocido como la conexión con alegría y felicidad. ¿Cómo puede ser que un signo conocido por no ser precisamente feliz es nuestra conexión espiritual con la gran dicha?
En el Centro de Kabbalah aprendemos que no hay que confundir alegría con placer. El placer es algo que generalmente encontramos fuera de nosotros, mientras que la felicidad la encontramos en nuestro interior. La felicidad verdadera es un estado espiritual del ser que no tiene condiciones. No duda frente a las dificultades, no es perturbada, ni se deja llevar por los acontecimientos del mundo físico. La felicidad es la certeza interna de que todo lo que vivo viene del Creador. Puede que no lo entienda, pero sé que está aquí para ayudarme a ser cada vez mejor.
El verdadero desafío para una persona espiritual es cuando los acontecimientos se complican. Esas son las oportunidades que tenemos para hacer un buen uso de toda la sabiduría que hemos aprendido. Lo que nos define como seres espirituales no es la manera en la que pensamos o actuamos cuando las cosas van bien, sino cómo actuamos cuando parece que todo a nuestro alrededor se desmorona.
Como enseña mi madre, Karen Berg, “Un carbón se convierte en diamante sólo cuando es puesto bajo gran presión”.
En este mes, todos tendremos una oportunidad para conectarnos con la energía de la felicidad incondicional y, dicha oportunidad, vendrá en forma de desafíos que debemos enfrentar, ya sean grandes o pequeños.