Karen Berg explica que "la empatía es cuando te eliminas de la escena y la persona con la que estás hablando se vuelve parte de ti". La empatía es la habilidad de realmente sentir las emociones de alguien más. Cuando una persona siente dolor, nosotros también sentimos dolor. Cuando una persona está feliz, también sentimos su alegría.
Esto es muy diferente de la simpatía, que es lamentarse o sentirse feliz por alguien, pero no sentir su emoción exactamente. Tener empatía nos ayuda a entendernos y responder con autenticidad en cualquier momento. Cuando actuamos con empatía vemos la humanidad en otros y hacemos conexiones de una mejor manera. La mujer que te hace el café todas las mañanas ya no sólo es tu barista local, es una estudiante universitaria luchando para pagar sus estudios. El jardinero no es simplemente el tipo que corta el césped de tu casa. Con empatía él se convierte en un padre soltero que adora a sus tres hijos.
Los psicólogos enfatizan la importancia de fomentar la empatía a temprana edad. Las investigaciones demuestran que desarrollar fuertes habilidades empáticas cuando se es un niño, sienta las bases para una adultez más exitosa. Una vez se llegó a pensar que si un niño no aprendía sobre la empatía a temprana edad, sería incapaz de desarrollarla, pero cada vez más investigaciones señalan la posibilidad de aprender sobre la empatía a lo largo de la vida. Los adolescentes y los adultos pueden desarrollar la empatía al practicar técnicas muy simples.
Pregunta: "¿Cómo estás?" y dilo de corazón.
Puede que hagamos esta pregunta docenas de veces en un día. Sin embargo, ¿qué tan a menudo realmente esperamos y escuchamos la respuesta? Es una pregunta simple y tiene el potencial de crear una conexión entre dos personas. Cuando le preguntes a alguien cómo está, préstale atención a su respuesta. La mayoría de nosotros damos respuestas automáticas y sin pensarlas. Cuando recibas una respuesta como: "Bien" intenta preguntar de una manera un poco diferente. Cuando mostramos que somos oyentes receptivos, hay más probabilidades de que los otros se abran hacia nosotros y compartan sus verdaderos sentimientos. Y, "antes de que podamos convertirnos en buenos hablantes", dice Karen Berg, "debemos convertirnos en buenos oyentes".
Ponte tu sombrero de investigador
Cuando interactúes con otros presta atención a lo que ves y escuchas: lenguaje corporal, tono de voz y expresiones faciales. Todas estas son pistas que nos dicen lo que alguien realmente está pensando y sintiendo. Cuando nos encontramos con personas que tienen una actitud distante, son de mente cerrada, o son temperamentales (por decir algunas cosas), muchas veces estas características son el resultado de sentimientos ocultos. Es parte de la naturaleza humana cubrir nuestras inseguridades con esas características. Puede que se necesite ser como un investigador, pero al prestar atención a los detalles del comportamiento de alguien, somos mejores al deducir por qué actúan así y responder con compasión y entendimiento.
Lee un buen libro
Leer literatura de ficción puede que mejore tu habilidad de sentir empatía por otros, según David Kidd y Emanuele Castano quienes realizaron un estudio en The New School For Social Research (La nueva escuela para la investigación social). Se le pidió a los participantes que leyeran textos de hechos reales y novelas galardonadas.
Después fueron evaluados en su habilidad de entender los estados mentales de otros. Aquellos que leyeron literatura de ficción se desempeñaron mejor que aquellos en otros grupos que no lo hicieron. Los investigadores creen que la literatura de ficción ayuda a los lectores a familiarizarse profundamente con la particularidades humanas, deseos y emociones.
La empatía es un componente clave para nuestro desarrollo espiritual. Nos ayuda a crecer e incrementa nuestra capacidad de compartir. Y, lo que es más importante, "Cuando sentimos es dolor de otros, incluso el de hace 3400 años atrás como Nadav y Avihú, no debe ser porque nos convertimos en mejor persona al hacer eso"; dice el Rav Berg, "sino porque cuando sentimos el dolor de otros, no hay nada en esta realidad física que pueda amenazarnos".