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Michael Berg
Marzo 24, 2024
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Este artículo fue publicado originalmente en 2020.

La porción de Tsav comienza hablando sobre las ofrendas de sacrificio, partes de las cuales eran quemadas durante la noche y, por lo tanto, se convertían en cenizas. Dice que lo primero que el cohén, el sacerdote, hacía en la mañana era tomar esas cenizas y ponerlas nuevamente en el centro del altar. Es muy interesante; ¿cuál era el propósito de tomar las cenizas de los sacrificios ya quemados y ponerlas de nuevo en el altar?

La enseñanza general de esto es cuán poco entendemos, y esa es una verdad importante que debemos tener en mente todo el tiempo; de hecho, si lo hiciéramos, probablemente nunca tendríamos ninguna experiencia negativa. Entonces, ¿cuál es esta verdad? Que creemos que entendemos, creemos que vemos, pero realmente no vemos ni entendemos nada.

“Creemos que entendemos, creemos que vemos, pero realmente no vemos ni entendemos nada”.

Una persona llevaba un sacrificio y veía que causó efecto; era tragado, se dice, por las llamas celestiales. Esto significa que el Creador aceptó el sacrificio y éste reveló Luz. La mayoría del sacrificio que se llevaba se quemaba completamente, y esa era la parte elevada. La otra parte del sacrificio se convertía en deshén, las cenizas. Por lo tanto, una persona usualmente pensaría que hay Luz en lo que fue aceptado pero no en las cenizas que no fueron aceptadas. Sin embargo, si ese fuese el caso, ¿por qué lo primero que hacía el cohén en la mañana era tomar las cenizas y ponerlas nuevamente en el altar?

La respuesta es el secreto de este Shabat: era porque no hay nada que no sea la Luz del Creador. Los sacrificios aceptados de ninguna manera eran más elevados que las cenizas que dejaron. Las cenizas eran regresadas al altar porque no hay parte ni hay lugar que no sea de la Luz del Creador

Es nuestro ego quien crea la separación, es quien decide que esta es la manera en la que debería o no debería ser. Es nuestro ego quien decide que la Luz está en un lugar y no en otro. Sin embargo, la lección de esta enseñanza es que no hay tal cosa como una acción superior o una inferior. Cuando realmente entendemos que la Luz del Creador está en todas partes, no importa en qué situación nos encontremos porque todas son de la Luz del Creador. Cualquier diferencia que haya en nuestra mente viene del ego, pero si somos capaces de eliminar nuestro ego y todos nuestros apegos, nos daremos cuenta de que no hay nada alejado del Creador; no hay nada que no sea completa e igualmente de la Luz del Creador. Ese es un entendimiento muy importante y es, como enseñan los kabbalistas, un gran regalo de Shabat Tsav.

“No hay nada que no sea la Luz del Creador”.

Tenemos que entrenar nuestra mente para saber que no tenemos idea. Todos los pensamientos que tenemos sobre cómo sabemos que deben ser las cosas o por qué estamos o no estamos en cierta situación, no son pensamientos espirituales; esos son los pensamientos del ego. Por ejemplo, a veces las personas viajan por trabajo y creen que van a algún lugar a realizar un negocio. Pero, los pensamientos del Creador no suelen ser los mismos pensamientos del individuo. Aunque una persona crea que está viajando lejos por negocios, el Creador tiene un plan diferente, un pensamiento distinto sobre la razón del viaje de esa persona. ¿Por qué? Porque el Creador sabe cómo corregirnos mejor de lo que nosotros sabemos corregirnos. Quizá haya una hogaza de pan en una tierra lejana que tiene chispas que ese individuo necesita para su alma. Quizá el Creador sepa que esa persona tiene que comer una hogaza de pan en particular, en esa ciudad y en ese momento para su corrección. Viajamos a algún lugar o nos ponen en alguna situación porque el Creador ve que necesitamos algo de allí para nuestra alma. Hay una frase que dice que los viajes y la vida de una persona son preparados por el Creador, y ahora podemos entender qué significa.

No tenemos idea de por qué viajamos, no tenemos idea de por qué nos quedamos en ciertos lugares… y queremos vivir en esa conciencia. La única manera de obtener esto es recordando constantemente: “No tengo idea. Tengo algo de entendimiento sobre lo que creo que es el sistema espiritual, y sí, tengo que vivir mi vida basado en ese entendimiento. Pero a fin de cuentas, no tengo idea. Y si el Creador viene a mí o crea una situación en la que todo está al contrario de lo que yo creía, me emociono por eso. Eso me hace feliz porque ahora sé que allí es en donde está la Luz del Creador para mí”.

¿Por qué ocurre algo? No tenemos idea, y debemos estar conscientes de ello. La Luz del Creador está presente de igual manera en todas las cosas, y no hay nada que esté lejos o cerca del Creador. El sacrificio aceptado no era más elevado que las cenizas. Ambos pertenecían a la Luz del Creador. Por lo tanto, en Shabat Tsav podemos decirle al Creador: “Permíteme verdaderamente vivir mi vida con el entendimiento de que no tengo idea, de saber que sin importar a dónde vaya, lo que haga y lo que me ocurra, todo es del Creador”. Si realmente somos capaces de llegar a esta conciencia, nada de lo que te ocurra te molestará. Nada de lo que pueda pasar nos decepcionará, porque siempre sabemos que no sabemos.


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