Probablemente hayas oído la vieja frase de los padres: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”. El problema con esta forma de pensar es que la mayoría de los niños no aprenden simplemente con que se les diga lo que tienen que hacer. Estudios han demostrado que los “mensajes no verbales” son mucho más memorables e impactantes que cualquier cosa que les digamos a nuestros hijos. En otras palabras: los niños aprenden mejor observando cómo se comportan sus mayores, escuchando cómo se dirigen a los demás e imitando su forma de actuar.
Ser el ejemplo de comportamiento es una de las herramientas más eficientes para la crianza. La verdad es que los niños escuchan y observan aun cuando no les apetece. Puede que no siempre obedezcan a sus padres, pero casi siempre los escuchan. Una de las duras verdades de la crianza de niños es que, para ser un ejemplo positivo, debemos vivir según los valores que queremos inculcar a nuestros hijos.
He aquí tres comportamientos positivos de los que eres ejemplo para tus hijos:
1. Cómo ser bondadoso.
Solemos enseñarles a nuestros hijos la importancia de compartir y llevarse bien con los demás, pero muchas veces no mostramos esos valores como adultos. Podemos decirles a nuestros hijos que deben ser bondadosos, pero cuando nos ven actuar de otro modo en nuestras interacciones cotidianas, las palabras no solo no surten efecto, sino que nos pintan como hipócritas. Esto les enseña a los niños que hay normas diferentes para niños y adultos. Para criar niños bondadosos que se conviertan en adultos bondadosos, es importante que sean testigos de que intentamos ser lo más bondadosos posible, saliendo de nuestro marco personal para compartir con los demás.
¿Cuándo fue la última vez que tus hijos te vieron ser bondadoso con alguien? Si no puedes recordar situaciones en las que tus hijos te hayan visto compartir con otras personas fuera de tu comodidad, es hora de reevaluar tus interacciones con los demás. Practica este comportamiento en tu propia vida, y asegúrate de que tus hijos te vean siendo bondadoso.
2. Cómo tener aprecio.
Como padres, naturalmente queremos que nuestros hijos tengan más de lo que tuvimos nosotros, pero también es importante inculcarles el aprecio por esos regalos. Como adultos, es fácil perder de vista nuestras bendiciones y comenzar a tomarlas por sentadas. Podríamos quejarnos de lo que tenemos o concentrarnos en las cosas que nos faltan, al punto de pasar por alto las cosas más valiosas de nuestra vida.
Cuando nuestros hijos nos ven quejarnos constantemente o ser poco agradecidos, ese es el comportamiento que aprenden. Dedica tiempo a reconocer tus bendiciones y a mostrar aprecio por las personas más importantes de tu vida. Esas acciones tienen un impacto mucho mayor en nuestros hijos que cualquier cosa que intentemos decirles o enseñarles.
3. Cómo manejar el estrés y los desafíos.
Puede ser fácil ignorar la importancia de manejar nuestros propios niveles de estrés. Desde luego, hay muchos beneficios físicos y espirituales en manejar el estrés, pero a veces no tenemos suficiente ímpetu para hacerlo por nosotros mismos. Si no te sientes personalmente motivado para deshacerte de la frustración, la ira o el resentimiento, ten presente que los niños nos observan para ver cómo transitar estas emociones difíciles. Cuando nuestros hijos nos ven derrumbarnos ante el estrés y las dificultades una y otra vez, eso es lo que acaban aprendiendo.
No somos personas perfectas y todos tenemos momentos en los que nos sentimos abrumados o indefensos. Lo importante es que nuestros hijos nos vean esforzarnos por superar nuestros desafíos. Incluso si no lo haces por ti, hazlo por ellos, sabiendo que la forma en que afrontas los momentos positivos y los difíciles es el modelo sobre el que empiezan a crear sus propias vidas y personalidades.
Todo lo que hacemos delante de nuestros hijos es observado y desarrollado por ellos. Una de las razones por las que ser padres puede ser una experiencia tan transformadora y espiritual para nosotros es porque nos impulsa a vivir según los valores que queremos transmitir a nuestros hijos.
¿Cuáles son los rasgos más importantes que esperas transmitir a tus hijos? Si la bondad, el aprecio y la resiliencia son sus principales prioridades, asegúrate de ejemplificar ese comportamiento. No te limites a hablarles a tus hijos de estos valores: permite que te observen mientras los encarnas. Esto es clave para que tanto tú como tus hijos experimenten la mejor vida posible.