El aire fresco, el cálido sol y una brisa fresca pueden ser la receta perfecta para ponernos de buen humor. Estudios demuestran que sentarse en la naturaleza incluso diez minutos puede hacernos sentir menos estresados, y la vitamina D que absorbemos del sol es un remedio natural contra la tristeza. Pero más allá de los beneficios físicos y emocionales, la naturaleza también tiene una capacidad única para expandir nuestra conciencia e influir en nuestra vida.
He aquí tres lecciones de vida que podemos aprender de la naturaleza:
1. La naturaleza nos muestra que nuestros sentidos son limitados. La vida es mucho más de lo que vemos a simple vista.
Solemos creer que sabemos mucho sobre el mundo y los demás. Nuestro ego nos dice que podemos confiar en nuestros sentidos. Pero, en realidad, nuestros sentidos son limitados, hasta en un sentido puramente físico. Sabemos que muchos animales pueden oír sonidos y frecuencias que nosotros no podemos. Consideremos el sonido de un silbato para perros, el cual es indetectable para el oído humano. Si solo podemos percibir una pequeña fracción del mundo físico, pensemos en lo poco que sabemos del mundo espiritual.
Cuanto más grande es el ego de una persona, más poder tiene dicho ego, y la persona es menos capaz de experimentar el mundo tal y como está concebido. Al profundizar en nuestra comprensión de la naturaleza, podemos reconocer lo poco que entendemos del mundo; y esa es una lección que nos transmite humildad y fortaleza.
Esfuérzate por escuchar los mensajes del universo. Ábrete a nuevas ideas y formas de pensar, aunque al principio te parezcan extrañas. No des por sentado que lo sabes todo solo por lo que te dicen tus sentidos. Piensa en qué personas de tu vida has considerado dignas de ser escuchadas y a quiénes ignoras. Comprende que todo y todos tienen un mensaje para nosotros.
2. La naturaleza nos recuerda que nosotros (y nuestros desafíos) formamos parte de un sistema perfectamente diseñado.
Una de las lecciones más profundas que podemos aprender del mundo natural es que todos los seres vivos están profundamente interconectados. Ecosistemas enteros dependen de cada animal o planta para crear un entorno próspero. Esto puede ayudarnos a comprender que todo y todos tenemos un propósito, y que el mundo posee un hermoso diseño. Aprender sobre la naturaleza nos recuerda que también existe un sistema espiritual perfecto para nosotros.
Cuando algo marcha mal, solemos preguntarnos: "¿Por qué me pasa esto a mí?". Se convierte en lo único en lo que podemos enfocarnos y perdemos de vista el panorama completo. Da un paso atrás y recuerda que el sistema es perfecto y que tú formas parte de él. Todo está conectado de maneras que no podemos ver, y eso incluye nuestros desafíos y obstáculos. Todos tienen un bello propósito, que nos conduce a algo más grande.
3. La naturaleza revela el potencial ilimitado que todos llevamos dentro.
Muchas tradiciones espirituales hablan de la importancia de la conexión con el mundo natural. Estar conectado con la naturaleza conduce a un entendimiento espiritual de las cosas y una comprensión más profunda de nuestra propia grandeza. Cuando asimilamos que hay mucho más allá de lo que podemos ver y oír, comenzamos a entender cuánto más hay dentro de nosotros que ni siquiera hemos empezado a aprovechar.
Cuanto más nos limitamos, más limitamos el potencial de nuestra vida. Es importante experimentar la expansividad de la naturaleza e interiorizarla en nuestra conciencia y en nuestra visión de los problemas. El universo es infinito y está en constante expansión. Nosotros también tenemos el potencial de ser fuerzas infinitas y en constante expansión.
La naturaleza tiene la capacidad de centrarnos en la humildad a la vez que nos muestra el potencial infinito que existe dentro y fuera de nosotros. Dedica tiempo a conectarte con la naturaleza. Aprecia sus complejidades y su belleza, y ten presente que formas parte de ese sistema perfecto.