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¿Qué has hecho por mí recientemente?

Benny Halfon
Marzo 10, 2015
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Hoy queremos atraer un nuevo aspecto de la Fuerza de Luz del Creador: recordar lo bueno que ha sido hecho por nosotros.

Nos encontramos a una semana y algo del cierre de la ventana cósmica llamada Purim, durante la cual nos conectamos con la historia de la Reina Esther, el kabbalista Mordejai y el Profeta Daniel. Ellos tres juntos despertaron a los israelitas hace unos 2400 años, lo que los salvó de la masacre en los 127 países que gobernaba Ajashverosh. Sin embargo, como Rav Berg enseña, al final del pergamino de Esther dice que “Mordejai fue aceptado por la mayoría de sus hermanos”. Aunque Mordejai había salvado a todos los israelitas, no todos lo apreciaban por salvarlos.

¿Es esta una característica unicamente de esas personas que vivían en Persia hace 2400 años?

¿Es una característica de la Luz a la que nos queremos parecer?

¿Tendemos a olvidar lo bueno que nuestros seres amados más cercanos han hecho por nosotros?

En su charla sobre la porción de Vayakel – 2014, Karen Berg nos da una poderosa lección: si alguien realiza una buena acción para ti y luego te enteras de algo horrible sobre esa persona, eso no cambia la buena acción. Tenemos que recordar esa buena acción porque ésta permanece. Lo que cambia es la manera en la que percibes esa buena acción. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros está preocupado por la noción de “¿Qué has hecho por mí hoy?”. En esta porción, Vayakel, se nos cuenta la historia de la construcción del Tabernáculo. Se recogió dinero, oro, plata y cobre de los israelitas para construir el Tabernáculo, la antena cósmica para traer la Fuerza de Luz del Creador y compartirla con todo el universo. Se construyó el Tabernáculo y… nada. No fue usado durante los primeros tres meses porque Moshé no recibió las instrucciones directas sobre cómo utilizarlo. Los israelitas olvidaron todas las buenas acciones de Moshé, cómo venció a Egipto, llevó a su gente a la libertad, dividió el Mar Rojo y les mostró la tecnología que les permitió vivir libres de caos. Los israelitas no confiaron en él, se quejaban de que él había robado su oro, que no sabía qué hacía y que él era un fraude.

Después de tres meses, Moshé (guiado por el Creador), abrió el Tabernáculo y durante siete días fue el primer y único Sumo sacerdote. Luego de esa primera semana, Moshé recibió un mensaje del Creador diciendo que Aarón y sus hijos se harían cargo y serían los sacerdotes de todas las siguientes generaciones. En cierto modo esto hirió a Moshé, pensó que sería un trabajo para él y sus descendientes. No parecía la elección correcta debido a que Aarón había perdido su mérito de ser Sumo sacerdote en el incidente del becerro de oro. Después de todo, Aarón pudo haber impedido que ocurriera si hubiese rechazado que su poderosa energía fuese impregnada en el oro usado para hacer el becerro de oro.

En ese momento el Creador le dice a Moshé, “Entiendo lo que piensas, es cierto que Aarón fue el instrumento que apartó a todo el mundo de vivir la inmortalidad. Pero sé que él no quería hacer el becerro de oro, un ‘remplazo’ de Dios. Él quería darle tiempo de espera a la gente, su conciencia estaba totalmente limpia, él quería darles a los israelitas un momento para que recuperaran la compostura y se dieran cuenta de su error”. Por esa razón el Creador le dice a Moshé, “Le permitiré cumplir su destino y que sea el Sumo sacerdote. Un error, aunque haya sido uno crucial que cambió el curso de la historia y apartó a todo el mundo de la redención, no elimina todo lo bueno que hizo Aarón en su vida. Un error no cambia quien es Aarón”.

¿Te das cuenta? Ser como Dios es perdonar, ver la película completa, recordar lo bueno y no sólo lo pasajero. Rav Berg enseña que, en la historia de Purim, el mundo estaba preparado para obtener el fin del dolor y sufrimiento por toda la eternidad. La unidad que demostraron los israelitas por tres días canceló todas las sentencias en su contra y cambió el curso de la historia. Sin embargo, después de esos tres días hubo personas entre los israelitas que ya habían olvidado lo que Mordejai les ayudó a lograr, olvidaron sus buenas acciones pasadas y estaban consumidos por un pensamiento, “¿Qué ha hecho él por mí hoy?”.

En aquel tiempo, esta conciencia nos evitó terminar el trabajo. No permitamos que nuestra ingratitud (hacia cualquier persona) nos evite alcanzar el fin del dolor y sufrimiento, el final del caos para el mundo entero. ¡Buena suerte!


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