Imagina que eres inmortal. ¿Qué harías distinto? ¿Cómo te considerarías a ti mismo o a tu vida de forma diferente?
Para muchas personas, lo decisivo de la muerte es lo que nos inspira a vivir con un sentido de urgencia. La muerte es una parte necesaria de nuestra vida. Tiene la función de motivarnos a crear una vida significativa. Lo que muchos de nosotros no creemos es que nuestras palabras, pensamientos, acciones y creaciones tienen el poder de hacernos inmortales. Podemos seguir viviendo mucho después de haber dejado este mundo físico.
He aquí tres maneras en las que puedes dejar una impresión duradera en el mundo:
1. Tus palabras y acciones pueden seguir influyendo a los demás.
Los grandes filósofos y escritores del pasado, como Platón y Shakespeare, continúan viviendo debido a que seguimos experimentando sus ideas y creaciones hasta el día de hoy, cientos de años después de su muerte. Pero no hace falta que seas Sócrates o Emily Dickinson para dejar una impresión duradera en el mundo. A través de nuestras palabras y acciones, dejamos partes de nosotros en nuestros hijos, amigos y todas las personas que tocamos.
Cuando pensamos en la muerte, solemos concentrarnos en lo que va a ocurrirnos cuando muramos, en lugar de lo que está ocurriendo en el mundo mientras vivimos. No solemos pensar en crear algo que sea eterno. Podemos compartir sabiduría, conocimiento y amor que inspiren a aquellos que nos rodean, y que sea transmitidos a generaciones futuras.
Piensa en cómo estás influyendo al mundo cada día mediante tus palabras y acciones, y qué tipo de efecto dominó estás dejando en él.
2. Cuando le demuestras amor a alguien, creas una energía duradera que nunca antes había existido.
El Zóhar enseña que todos dejamos este mundo, pero la Luz que le aportamos nunca se marcha. La energía nunca desaparece. Esto hace que para nosotros sea crucial invertir nuestro tiempo y energía en cosas que son positivas.
No tienes que ser inventor para crear algo que nunca antes haya existido. Cada vez que le demuestras amor a alguien, estás creando un amor que nunca antes ha existido. El amor que compartimos con los demás se queda con ellos y después lo transmiten a sus amigos y familiares.
3. La manera en que vivimos puede inspirar a las personas que nos rodean.
Nuestra existencia perdura, no solo a través de nuestras palabras y acciones, sino en la manera que llevamos nuestra vida. Lideramos con el ejemplo. Decirles a nuestros hijos que pueden lograr cualquier cosa que se propongan tiene un impacto mucho mayor cuando nos ven teniendo una vida feliz y alcanzando nuestros propios sueños.
Las personas cercanas a nosotras ven cómo vivimos y eso tiene el poder de influenciarlos e inspirarlos, incluso mucho después de que partamos. Pregúntate: “Cuando la gente observa la manera en que vivo, ¿ven una positividad inspiradora e inmortal?”. Si la respuesta es no, es momento de hacer algunos cambios significativos en tu vida que puedan influir positivamente en quienes te rodean.
Todos tenemos la capacidad de dejar una impresión duradera en el mundo. Los límites que percibimos en nuestra vida no son reales, solo existen si así lo creemos. Considérate ilimitado y que lo que estás haciendo puede ser eterno. Procura que tus palabras y acciones sean de positividad y amor, y lidera con el ejemplo. Así es cómo alcanzamos la verdadera inmortalidad.