En 1880, Thomas Edison patentó la primera bombilla comercial. Con base en el trabajo de inventores anteriores, perfeccionó el fenómeno conocido como incandescencia, o como lo vemos nosotros, ¡el brillo de una bombilla! El secreto está en la resistencia eléctrica creada por los filamentos de carbono. Edison descubrió que cuanto mayor fuera la resistencia, más brillante y duradera sería la luminiscencia. En otras palabras, el obstáculo (o la resistencia) no era un impedimento, ¡era “el camino”!
Esto también es una importante idea espiritual. Tal y como mi esposo Michael compartió en un episodio reciente del pódcast Sed espiritual: “¡Lo que está sucediendo fuera de mi plan inevitablemente será mejor para mí que cualquier cosa que yo pueda haber planeado para mí!”. Pensar de esta manera requiere certeza en la sabiduría del Creador. Nos desafía a deshacernos del miedo y a confiar en que cualquier obstáculo aparente que se nos interponga es exactamente lo que necesitamos para nuestro crecimiento en este momento.
Y esta idea está probada en nuestra vida, incluso desde el nacimiento. Desde dentro de las barreras que nos sustentaron, nacemos al aire libre. Poco después, rompemos la barrera del lenguaje (porque ¿acaso no parece que todos hablamos incoherencias con un recién nacido?). Pero no importa en qué parte del mundo nazca un bebé, él o ella descifrará el código y creará un significado a partir de sonidos arbitrarios. ¡Es como si hubiésemos nacido para convertir los obstáculos en nuestros mayores logros!
A veces olvidamos esto y vemos los desafíos como enemigos a los que hay que vencer, en lugar de como los vehículos de transformación que son. Recuerdo cuando, en mis primeros años, me enfrenté a un intenso ostracismo, escrutinio y crítica por parte de los demás. Me decían que no era inteligente. Me decían que debía empequeñecerme para que los demás pudieran sentirse más grandes. Me dijeron que no tenía lo necesario para convertirme en una oradora lo suficientemente fuerte como para enfrentarme —y mucho menos conmover— a un público. Con el tiempo, me cansé de vivir mi vida consumida por lo que los demás pensaban de mí y estaba agotada de intentar complacerlos. Con el tiempo, cada vez que un detractor me lanzaba un insulto, lo ponía frente al espejo y decidía por mí misma cómo quería ser definida. ¿El insulto contenía una pizca de verdad? Bien, entonces podía crecer a partir de eso. ¿O (más probablemente) era el resultado de los sentimientos de pequeñez, competitividad o celos de otra persona? Si bien eran dolorosas, esas dagas fueron instrumentos de mi autodescubrimiento. ¡En lugar de limitarme, esos “obstáculos” fueron las turbinas que me hicieron avanzar! Y estoy agradecida por haber tenido la oportunidad de dar un paso adelante y crear un gran cambio en mí misma como resultado.
Mover o incluso derribar esas barreras percibidas puede parecer el camino… pero el verdadero autoempoderamiento llega cuando, al igual que la bombilla, aprendemos a aprovechar la resistencia. Aprovechar esos desafíos y giros que la vida pone en nuestro camino nos exige hacernos cargo de nuestra propia vida. El Dr. Alex Lickerman, autor de The Undefeated Mind (La mente invicta), atribuye su propio éxito como médico e investigador en gran parte a haber reprobado una sección de la prueba de la Federación Nacional. El “fracaso” lo llevó a entender el poder de la esperanza, que considera el ingrediente principal para superar la adversidad. “La derrota no viene del fracaso, sino de rendirse”, señaló. Y esto es cierto en casi cualquier ámbito de la vida. Las relaciones fallidas pueden ser espejos para reconocer patrones negativos en nuestros propios comportamientos (o en nuestra elección de pareja). Las enfermedades pueden profundizar nuestra percepción y nuestro aprecio por la vida.
En hebreo, la palabra para “desafíos y pruebas” es la misma que para “elevación”. A menudo, esos desafíos también contienen algo de lo desconocido que, como enseña la Kabbalah, contiene más bendiciones que lo conocido. Así que cuando algo es difícil y desafiante, ¡mantente atento a las bendiciones! ¿Quién habría sido Odiseo sin los muchos obstáculos inesperados a los que se enfrentó en ese vasto mar? Y hablando de “odiseas”, hablemos de mi propio e ilógico (¡aunque muy real!) miedo a los ascensores. ¿Adivina cómo superé ese terror debilitante? En primer lugar, decidí que era un miedo que ya no estaba dispuesta a llevar conmigo… y entonces —lo has adivinado— me subí a más ascensores. (De acuerdo, admito que el hecho de mudarme de Los Ángeles a Nueva York “motivó” este cambio, ¡pero aun así ocurrió!). La única manera de superar el obstáculo era subirse a él y elevarse, ¡literalmente!
Lo que me lleva de nuevo a Thomas Edison. A la experimentada edad de 67 años, todo el laboratorio de Edison se incendió, y con él años de registros, prototipos, experimentos e investigaciones. Tras la conmoción inicial, Edison consideró que había limpiado “un montón de basura” y reconsideró la pérdida como una oportunidad para reconstruir un laboratorio nuevo y mejorado. Después de un año, ¡sus esfuerzos revividos generaron más de 10 millones de dólares de ganancias! Esta vez, Edison ilustró otro elemento para aprovechar el poder del obstáculo: una mente positiva, optimista y esperanzada.
El día de hoy, te animo a que vuelvas a ver los giros y desafíos de la vida como tus trampolines más inmediatos e importantes para el crecimiento. Empieza por practicar lo que la ciencia llama “higiene mental” al eliminar conscientemente cualquier pensamiento limitante. Deshazte de las conversaciones negativas contigo mismo, los chismes y los pronósticos catastróficos. Y luego pregúntate: ¿Cómo puedo aprovechar mi próximo obstáculo para revelar la bendición oculta?
Como dijo una vez Marco Aurelio: “Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino”. Porque a veces, si queremos brillar al máximo, la resistencia es exactamente lo que más necesitamos.