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El mundo a través de una mirada curiosa

Monica Berg
Febrero 5, 2024
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¿Recuerdas los días de tu infancia cuando cada pequeñez parecía mágica? Una mariposa revoloteando, las flores que crecían en tu patio trasero o aprender que mezclar rojo y azul haría violeta. Detrás de esos sutiles momentos de asombro había una curiosidad inherente, una sed insaciable de saber el “porqué” y el “cómo” de todo. Lamentablemente, a medida que maduramos, solemos perder este sentido de asombro ante la rutina, las responsabilidades y las diversas demandas de la vida. ¿Cómo no íbamos a hacerlo? ¡El simple hecho de hacer que los niños salgan contigo por la puerta de casa a tiempo por la mañana es suficiente para sobrecargar la capacidad resolutiva de tu cerebro!

Redescubrir esta curiosidad infantil es posible, y puede cambiar significativamente y enriquecer tu experiencia cotidiana. Incluso esas rutinas matutinas apresuradas pueden convertirse en experimentos de asombro.

La curiosidad comienza con hacer preguntas, pero la magia verdaderamente ocurre en el siguiente paso, al buscar ansiosamente las respuestas y estando abierto a todas y cada una de las posibilidades. Es una mentalidad que acoge el aprendizaje no como una tarea, sino como un proceso continuo y agradable. Imagina un mundo en el que todos mantuvieran su curiosidad infantil. Estaríamos constantemente aprendiendo, creciendo y descubriendo cosas nuevas sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos. Esta no es solo una idea fantasiosa, es un enfoque práctico de la vida que puede conducir al crecimiento personal y profesional. 

Hace poco llevé a mi hija menor a una fiesta de patinaje sobre hielo con toda su escuela, y si bien fue totalmente caótica en el mejor sentido de la palabra, me sorprendió gratamente hacia dónde se dirigía mi mente. Estaba absolutamente asombrada de lo intrépidos que eran todos estos niños. Muchos de ellos no sabían patinar, pero lo intentaron de todos modos, jugaron a la mancha en el hielo, se empujaban unos a otros en pequeños carritos… eran libres. No pensaban en lo que podría pasar. No tenían miedo de caerse ni de parecer tontos ni nada por el estilo, tan solo estaban presentes y abiertos a la experiencia. Miré a mi alrededor con una gran sonrisa en mi rostro porque no podría evitar querer vivir en esa existencia. La buena noticia es: podemos hacerlo si mantenemos la curiosidad.

Numerosos estudios psicológicos han examinado el poder de la curiosidad, incluyendo su impacto en el aprendizaje, la función cerebral, el bienestar emocional e incluso nuestras relaciones. Estos son algunos de mis estudios favoritos y sus increíbles conclusiones:

¡La curiosidad nos hace mejores estudiantes!

La curiosidad mejora el aprendizaje. Cuando las personas sienten curiosidad por un tema en particular, recuerdan mejor la información al respecto. Esto explica por qué sobresalimos en las asignaturas que nos interesan más que en las que no, aunque nuestros hábitos de estudio sean los mismos. 

¡Aumenta nuestra felicidad!

Investigaciones han demostrado que la curiosidad activa el sistema de recompensa del cerebro. La dopamina, neurotransmisor que se asocia con la motivación y el placer, desempeña un papel importante en este proceso. Esta activación es similar a lo que sucede cuando experimentamos algo placentero, lo que explica por qué la curiosidad puede ser tan atractiva y satisfactoria. Si te sientes estancado por las tareas mundanas, encuentra algo por lo que sentir curiosidad y aprende sobre ello. Por ejemplo, ¿conoces esos códigos de barras en todo lo que compras? ¡Fueron inventados en 1952 y están basados en el código Morse! Es posible que estas pequeñas curiosidades no te catapulten de alegría, pero sin duda añadirán brillo a tu día.

Saber este tipo de cosas puede hacernos sentir más conectados con nuestro mundo y, a su vez, hacernos sentir parte de algo más grande. Puede ser la motivación que necesitamos para hacer más en el mundo. 

¡Profundiza y sostiene nuestras relaciones!

Sentir curiosidad por los demás puede conducir  a conexiones más profundas y significativas a lo largo de toda tu vida. Las personas que mostraron curiosidad durante las conversaciones eran vistas como más interesantes y atractivas por sus interlocutores. Las conversaciones son una parte constante de la vida diaria, y si puedes aportar un elemento de curiosidad a cada interacción, no solo te abrirás a nuevas experiencias de conexión, sino que también crearás una intimidad más profunda con las personas más importantes de tu vida. 

¡También nos mantiene sanos y vibrantes!

También hay evidencia emergente que sugiere que mantener la curiosidad podría estar relacionado con una vida más larga y saludable. La curiosidad se correlaciona con la longevidad, posiblemente porque las personas curiosas se involucran más en comportamientos que contribuyen a la salud física y mental. Cuando alimentamos la curiosidad, el mundo se convierte en un campo de juego interminable de posibilidades. Por ejemplo, experimentar constantemente cosas nuevas —¡incluso si es solo un plato que nunca has probado!— está relacionado con un menor riesgo de demencia, un mejor sueño y una mejor salud mental, solo para empezar… 

Imagínate si todos viésemos el mundo con la misma curiosidad que teníamos cuando éramos niños. Al igual que mi hija y sus compañeros de clase disfrutando plenamente en la pista de patinaje sobre hielo. Cada día sería una nueva aventura llena de aprendizaje y descubrimiento. Los problemas serían acertijos esperando ser resueltos. Cada persona que conocemos sería un mejor amigo potencial, llevando consigo un mundo de experiencias para explorar. Trata de ver el mundo no solo por lo que es, sino por lo que podría ser. Al hacerlo, podríamos redescubrir la magia en lo mundano, lo extraordinario en lo ordinario. Puedes empezar ahora mismo preguntándote: “¿Qué es posible para mí en este instante? ¿Qué hay de mágico en este preciso momento?”.

Deja que las respuestas te inspiren y te encanten…


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