Había una vez un profeta llamado Jonás. Dios le dijo a Jonás que alertara al pueblo de Nínive pues iba camino a la destrucción si continuaban siendo egoístas. Pero Jonás era un chico rebelde. Después de escuchar el mandato de Dios, él tontamente corrió en dirección contraria, se subió a un bote y navegó hacia el mar. El Creador envió una gran tormenta detrás de él y cuando los marineros en el bote se dieron cuenta de que era culpa de Jonás, lo tiraron por la borda.
Justo después vino un gran pez y se lo tragó completo. Jonás pasó tres días sentado en el estómago del gran pez, inmerso en las dos cosas necesarias para la transformación: oscuridad y soledad.
La historia de Jonás se cuenta tradicionalmente en Yom Kipur, un día en el que enfrentamos la oscuridad interna y examinamos todas nuestras acciones y hábitos negativos. Al tomar en consideración cada vez que le hemos hecho daño a alguien, cada trasgresión, cada acto egoísta (ya sea intencional o involuntario) nos abrimos hacia las bendiciones. Si no reflexionamos sobre nuestras conductas negativas, no podemos transformarnos.
Yom Kipur es nuestra oportunidad de expandir nuestra consciencia y tomar la suficiente Luz para el año siguiente. El tamaño de nuestra "vasija" en Yom Kipur determina cuánta Luz será capaz de entrar. ¿Y cómo expandemos nuestra vasija para tomar la mayor cantidad de Luz posible? A través del acto de limpieza.
Yom Kipur nos permite renacer. Michael Berg explica en su libro Días de conexión: "Como una mikve (un baño de limpieza espiritual), Yom Kipur es una inmersión que puede eliminar completamente toda negatividad que tengamos adherida. Pero la negatividad sólo puede ser liberada si estamos completamente inmersos". Esto significa que es necesario un estudio intensivo de nosotros mismos. Intentar a medias no puede limpiarnos. Sólo después de erradicar completamente el deseo de recibir para sí mismos (sumergirnos completamente en la Luz), podemos ser limpiados y estar listos para la Luz. El Zóhar dice que esas acciones negativas que recordamos serán olvidadas en Yom Kipur y aquellas que olvidamos serán recordadas. Nos conviene mucho recordar y deshacernos de cada uno de los aspectos de nosotros mismos que queremos cambiar.
Durante el tiempo en el que Jonás estaba en el estómago del pez, en la profundidad del mar, él fue capaz de reflexionar sobres sus actos incorrectos. Tres días pensando sobre las acciones negativas lo limpiaron, como sumergiéndose en una mikve o Yom Kipur. El Rav Berg explica sobre la importancia de la reflexión solitaria como componente importante del proceso de limpieza en su libro, Días de poder: "Una de las maneras más fáciles de anular el deseo de recibir para nosotros mismos es sentarnos en silencio por un momento y aislar el deseo específico que causó cualquier accidente, dolor o sufrimiento que le hayamos provocado a otros. Debemos volvernos responsables por estos eventos, y debemos decidir prevenir su recurrencia al destruir y cancelar el deseo que los causó. En el momento en el que tomemos esta decisión, alcanzamos un nivel alternativo de consciencia". Cuando Jonás alcanzó este nivel de consciencia, fue finalmente liberado. El gran pez lo escupió en la costa y Jonás renació. Él fue capaz de cumplir el mandato original que Dios le había dado; inspirar al pueblo de Nínive a arrepentirse y vivir una vida mejor. El verdadero milagro de la historia (incluso mayor a que Jonás haya sobrevivido), es cuando el pueblo escucha el mensaje de Jonás. El rey le ordenó a todos: "Apártese cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos" (3:6-8). El compromiso de toda la ciudad impresionó al Creador y por ello renunció al castigo que Él había planeado y dejó a Nínive en paz.
La verdadera transformación es posible para cada alma que se comprometa a una contemplación y limpieza en Yom Kipur. Cada uno de nosotros es Jonás en Yom Kipur, entrando a las profundidades de nuestra negatividad, los rincones más oscuros de nuestra consciencia, entrando sin miedo a lo que podría ser un punto que no tenga regreso. Pero sí regresamos. En el deseo de dejar ir a la negatividad y los malos hábitos, cada uno de nosotros se transforma de la manera más hermosa. Si las oraciones de Jonás pudieron ser escuchadas desde el estómago de una ballena, también las nuestras pueden ser escuchadas.
"Este es el regalo que nos dieron en Yom Kipur, no la religiosidad, sino la oportunidad de aumentar y mejorar la calidad física y espiritual de la vida de todos los seres humanos". -Rav Berg