El gran kabbalista del siglo 18 Rav Jaim ben Atar, también conocido como el Or Hajaim, explica que a Yaakov le dieron dos nombres. El primero, "Yaakov", fue el nombre para la parte menos elevada de su alma; el segundo, "Israel", fue el nombre para la parte más elevada de su alma (su ser perfeccionado y potencial).
Por esto es que la Torá dice: "Abraham Abraham" o "Yaakov Yaakov", los nombres de los Patriarcas están escritos dos veces. El primer nombre se refiere al alma menos elevada, el segundo al alma más elevada.
Lo mismo ocurre con nosotros. Existe una versión menos elevada de cada uno de nosotros que existe en el reino físico con el que estamos muy familiarizados.
Pero también hay una versión perfeccionada de cada uno de nosotros que existe en el reino metafísico, una versión de nosotros mismos con la que estamos menos familiarizados y, por ahora, a la que tenemos menos acceso.
En Shabat, cuando estamos conectándonos con el "Alma Adicional" en realidad estamos despertando y creando una conexión con nuestro yo perfeccionado. Pero hay una condición para que nosotros podamos crear esa conexión, y es que debemos ser "felices" para poder conectar con nuestro potencial de alma elevado. Por ello, Yaakov sólo pudo alcanzar "Israel" durante sus momentos de felicidad. No podemos hacer nuestra conexión si estamos tristes.
"Yaakov = Tristeza; "Israel" = Felicidad. La porción de la Torá Vayejí nos otorga el poder de conectarnos con "Israel" = felicidad de manera constante.
Una vez que Yaakov escuchó que Yosef estaba vivo, se puso feliz y se conectó inmediatamente con la Shejiná, o su Inspiración Divina. Desde ese momento, en la Torá se refieren a él como Israel. Por esto es que dice Vayejí Yaakov BeEretz Mitzrayim, porque este momento en el tiempo representa el comienzo del exilio israelita.
El gran kabbalista, Rashi, enseña que Yaakov quería revelarles a sus hijos qué pasaría en el final de los tiempos, así que la Shejiná, su Inspiración Divina lo abandonó y él comenzó a hablar de otras cosas.
El Midrash explica esto a través de una parábola, en la que Yaakov es el confidente más cercano de un Rey que está a punto de morir. Su confidente reúne a todos los sirvientes del Rey y está a punto de decirle todos los secretos del Rey, y de pronto llega el Rey.
Justo como Rav Shimón bar Yojái, el autor del Zóhar, explica que los secretos detrás de las maldiciones de la Torá en realidad son bendiciones disfrazadas, lo mismo ocurre con lo que Yaakov le dice a sus hijos en la porción de Vayejí, que es de hecho la verdadera revelación de la "Revelación Final", un momento en el que la mente sobre la materia y la iluminación espiritual prevalecerá en todo el mundo.
Este es el único momento en el año, durante la porción de la Torá de Vayejí, en donde la Luz de la Redención Final es revelada.
Yaakov le dice al Creador: "Tu redención está siempre conmigo". De esta afirmación aprendemos que debemos estar esperando la Redención Final para poder tener el mérito de participar en ella.