Los kabbalistas explican que hay tres maneras de conectarnos con las almas justas que dejaron este mundo y atraer su Luz: visitar su lugar de reposo, leer sus palabras de sabiduría o leer historias acerca de ellos. Con cada historia que leemos no solo atraemos la Luz que estas almas justas revelaron, sino también el regalo de la lección enseñada por el kabbalista.
Una vez, un estudiante viajó a la casa de Rav Zev Wolf HaCohén de Zhitomir, en el gélido invierno, con el fin de buscar ayuda para superar los pensamientos negativos. Durante horas, golpeó las puertas y ventanas de la casa mientras la nieve seguía cayendo, pero Rav Zev Wolf no se levantaba, aparentemente estaba muy absorto en su estudio nocturno.
Finalmente, temblando de frío, el estudiante pudo entrar.
“Los pensamientos —dijo Rav Zev Wolf al estudiante— son como tu hogar. Como el palacio lo es para un rey. No puede entrar cualquiera y solicitar una audiencia con la realeza. Y si esta es tu casa, entonces solo tú tienes el poder de decidir quién entra”.
Los pensamientos negativos siempre van a estar, son una de las mejores armas del Oponente. Pero no tenemos que considerarlos. No tenemos que dejarlos entrar. No tenemos que alimentarlos. Así como siempre dice el Rav cuando un pensamiento negativo llama a tu puerta: “El restaurante está cerrado”.
Lo que puede ayudarnos en nuestra lucha contra estos pensamientos es recordar que, de verdad, somos realeza. ¡Nuestra mente no es solo nuestro hogar sino nuestro palacio! Tal y como nos recuerda el gran Kabbalista Rav Shlomó de Karlin: “El único error que cometemos es olvidar que somos hijos del Creador, el Rey de Reyes”.
Tenemos la Luz más grande en nuestro interior. Cada uno de nosotros. No permitamos que el Oponente nos engañe y nos haga creer lo contrario.
Que el mérito de Rav Zev Wolf HaCohén de Zhitomir nos dé la fuerza para impedir que los pensamientos negativos entren en nuestro Templo interior y que nos haga recordar la gran Luz que es nuestra alma.