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Glosario Kabbalístico: El big bang o la historia de la Creación

Centro de Kabbalah
Febrero 28, 2019
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La ciencia moderna nos dice que antes de que el universo existiera, hace unos quince mil millones de años, no había nada, y que el universo comenzó a partir de un punto determinado. Este punto, que no tenía medida, contenía el espacio, el tiempo y la materia en su interior. Luego explotó y provocó el big bang, lo cual liberó la energía que al final se convirtió en las estrellas, las galaxias y los planetas.

"La ciencia se preocupa por el cómo de la historia de la Creación, la Kabbalah se concentra en el por qué."

Mientras que la ciencia se preocupa por el cómo de la historia de la Creación, la Kabbalah se concentra en el por qué. Es interesante ver las similitudes entre la ciencia moderna y las enseñanzas de la Kabbalah sobre los pasos de la Creación hace miles de años.

Los pasos de la creación:

1. Primero hubo Luz.

El gran Kabbalista del siglo XVI Rav Yitsjak Luria, el Arí, contó la historia de la Creación del siguiente modo:

 

“Debes saber que antes de que las emanaciones fueran emanadas y las creaciones fueran creadas, una Luz Celestial simple permeaba toda la existencia; y no había espacio vacío, todo estaba lleno con una Luz simple y eterna”.

Sin importar cuáles son nuestras creencias espirituales o religiosas, no podemos negar que hay una energía en el universo que es la fuente y poder de toda la vida. La Kabbalah nos dice que la fuente de energía se llama Luz. Antes del big bang, antes de nuestro universo y nuestro planeta, solo existía la Luz. Concibe la Luz como una fuerza de energía eterna y omnipresente que contiene alegría y plenitud infinitas, una fuerza que contiene todo lo positivo.

Esta Luz ha sido llamada de muchas maneras diferentes: Dios, Diosa, Fuente y Creador, por ejemplo. La razón por la que la llamamos Luz en la Kabbalah es porque, al igual que un rayo de luz tiene todos los colores del arcoíris, la Luz contiene todo tipo de plenitud posible que alguien pueda desear. La Luz no es el Creador en Sí; más bien, es la energía que irradia el Creador. Y solo tiene un deseo: compartir Su esencia continua e infinitamente. Esta energía infinita de dar que llamamos Luz es conocida en la Kabbalah como la Primera Causa.

 

2. La Luz creó la vasija para que recibiera Su esencia.

El Arí continúa su explicación:

“Esta Luz simple deseó crear los mundos y emanar lo emanado, irradiar Luz en la perfección de Sus acciones y Sus nombres, que es la razón de la Creación”.

Para que el proceso de dar y recibir ocurra, se necesitan dos participantes. La naturaleza de la Luz es dar infinito. Así pues, para compartir Su esencia, necesitaba crear algo que recibiera toda Su beneficencia. Por ende, la Luz creó lo que en la Kabbalah llamamos vasija. Esa vasija somos nosotros; todas las almas, pasadas y presentes, fueron y son parte de esa vasija.

Debido a que la vasija misma fue creada para recibir, por lo tanto, su deseo inherente es recibir —y recibir infinitamente— así como la esencia de la Luz es infinita. Hay un deseo de recibir que se corresponde con cada tipo de regalo que la Luz tiene para compartir. Por ejemplo, el agua de manantial forma parte de la Luz y el deseo de beberla forma parte de la vasija.

Luego tuvimos el ciclo infinito de dar y recibir, o causa y efecto. Por ende, así como la Luz es llamada Primera Causa, la vasija es llamada Primer Efecto. Esto llevó a una unidad hermosa y perfecta en la que la Luz compartió Su esencia y la vasija recibió plenitud ilimitada.

3. La vasija no se conformaba con solo recibir, también quería crear.

La vasija absorbió tanta Luz que asumió la naturaleza de su Creador; así pues, ya no se conformaba con recibir todo el tiempo y también quería ser creadora. Quería compartir y ser la causa de su propia plenitud. Solo ser receptora provocó lo que en la Kabbalah se llama Pan de la Vergüenza, la vergüenza que produce recibir lo que no se merece; es como ganar la copa del Mundial de Fútbol sin haber jugado en ningún partido. La victoria no puede dar satisfacción porque no fue ganada.

Este deseo de la vasija quedó sin cumplir porque no había nadie con quien compartir, lo que evitó que sintiera la alegría ilimitada que la Luz creó para que la recibiera.

4. La Luz se contrajo y la vasija se rompió.

Luego el Arí nos dice:

“La Luz se retrajo a su centro, se retrajo a un punto infinito”.

¿Por qué? La Luz nos quiere dar todo y no creó la vasija para que viviera esa falta de plenitud. Entonces, la Luz, que llenaba todo espacio existente posible con Su esencia, se dio cuenta de que necesitaba retroceder y darle espacio para crecer a la vasija, así permitiría la eliminación del Pan de la Vergüenza. Por lo tanto, a fin de darle espacio para crecer a la vasija, restringió Sus bendiciones y se contrajo, lo cual hizo que se separara de la vasija y que esta se rompiera.

5. La vasija se rompió y provocó el big bang que creó el universo como lo conocemos.

Cuando la Luz se contrajo, se separó de la vasija, la vasija se rompió y provocó el nacimiento del universo como lo conocemos. Esto es conocido en la Kabbalah como shevirat hakelim o la ruptura de las vasijas. Y ese es el momento de restricción conocido como el big bang; los kabbalistas lo llaman tsimtsum.

Una manera de entender por qué la Luz hizo esto es ver cómo un padre enseña a caminar a su hijo. Aunque sepa que su hijo se caerá, se aleja de su hijo para que aprenda; es la única manera. Lo mismo ocurre con la Luz. La Luz tuvo que apartarse de la vasija para que aprendiera a compartir y crear por su cuenta, ya que eso es lo que la vasija quería: ganarse su propia plenitud. Pero con la retirada de la Luz se creó un vacío para que la vasija tuviera la oportunidad de revelar su propia Luz. Este espacio vacío es nuestro universo.

SABIDURÍA MÁS PROFUNDA

Cuando la vasija se rompió, las cáscaras conocidas como klipot cayeron a la tierra. Estas klipot son barreras metafísicas entre nosotros y la Luz que evitan que recibamos todas las bendiciones que están destinadas a nosotros, sentirnos felices, seguros o plenos todo el tiempo. Además, algunas chispas de Luz que no regresaron a su Fuente cayeron a la tierra y se fundieron con las klipot. Eso les dio vida y originó la fuente de todo el mal en el mundo, lo que en la Kabbalah llamamos la Sitra Ajra, el Otro Lado.

"La Luz nos quiere dar todo."

Pero el Arí nos dice que estas chispas de oscuridad no debían ser un problema porque el Creador tenía un plan para reparar al mundo a través de un individuo cuya alma estaba hecha de todas las partes de la Luz. Este ser se llamaba Adam HaRishón, el Primer Hombre; que todos conocemos como Adán. El plan era que el alma de Adán absorbiera todas las chispas restantes, lo cual agotaría las klipot y permitiría que la humanidad viera el mundo como realmente es, no como lo vemos a través de la ilusión del Otro Lado.

Sin embargo, como ya sabemos, esto no ocurrió. Adán no separó las chispas de sus klipot ni reunificó el universo. Las chispas quedaron atrapadas en sus cáscaras; desde entonces, la humanidad trabaja para eliminarlas.


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