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Centro de Kabbalah
Octubre 21, 2013
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¿Se sienten cómodos pidiendo ayuda?

La autora del libro Los Dones de la Imperfección, Dra. Brené Brown, le hizo esta pregunta a una audiencia. Aproximadamente un tercio de la sala levantó la mano. Luego hizo otra pregunta, “¿Quién prefiere ayudar en lugar de pedir ayuda?” la respuesta fue muy diferente, casi todos los miembros de la audiencia levantaron la mano.

La dificultad que tenemos para pedir ayuda, en general, viene de un problema más grande. Brown le ha dedicado muchos años al estudio del comportamiento humano y llegó a una sorprendente conclusión: el juzgarnos a nosotros mismos nos hace sentir incómodos cuando buscamos ayuda. “Si no puedes pedir ayuda sin juzgarte, no puedes ofrecer ayuda sin juzgar porque lo tienes unido al hecho de pedir ayuda”. Desde un punto de vista kabbalístico, entendemos lo importante que es compartir y ayudar a otros. Cuando lo hacemos, ¿es posible que estemos juzgando a quien nos pide ayuda? Brown sugiere que sí, a menos que aprendamos a pedir ayuda libremente, es decir, sin juzgarnos a nosotros mismos.

¿Por qué nos juzgamos? Si bien es cierto que aceptamos que es necesario compartir la Luz del Creador a través de actos bondadosos y de beneficencia, a veces preferimos sentir que no necesitamos ayuda y podemos solucionar nuestros problemas nosotros solos. Esta falacia va en detrimento de nuestro crecimiento espiritual, porque bloquea nuestra habilidad para conectarnos con otros y con la Luz del Creador.

Por otro lado, algunos de nosotros sentimos que merecemos reconocimiento o recompensas por los favores que hacemos. “Esto debilita el poder de las acciones que te conectan con el Creador, Él nunca espera una recompensa” dice Michael Berg en El Secreto, “Además, la kabbalah enseña que obtenemos felicidad limitada con las recompensas físicas a expensas de una felicidad verdadera. Esta es la razón por la que los bienes materiales nunca dan satisfacción duradera... En resumen, hacer un favor con intenciones ocultas no nos ayuda a cumplir nuestra meta fundamental”.

¿Cómo podemos realizar actos bondadosos, actos de beneficencia y compartir de una manera que nos permita acercarnos a nuestra meta final (satisfacción duradera)? Lo hacemos cuando dejamos que el compartir sea un dar y recibir fluido, cuando nuestro deseo de recibir por el hecho de compartir es más grande que nuestro deseo de recibir para nosotros mismos. Lo hacemos cuando aprovechamos la oportunidad de ayudar a otros sin juzgarlos, no porque vayamos a recibir algo por hacerlo, sino porque nuestros actos de compartir traen más Luz a este mundo.

La porción de Jayei Sará nos muestra un generoso acto de compartir realizado por una jovencita. Abraham decide que su hijo Isaac necesita una esposa, por eso envía a su servidor, Eliezer, a buscar una. Éste alista una pequeña caravana de diez camellos con finos bienes de su amo y comienza su viaje.

Llega a un pozo al que van las mujeres de un pueblo a llenar sus jarras. Como tantas mujeres iban a buscar agua, decidió como elegiría a la mujer correcta para Isaac, “Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para Isaac”.

Antes de terminar de decirse esto, Rebeca se acerca al pozo con una jarra sobre su hombro. Eliezer va apresuradamente hacia ella y le implora, “Por favor, permíteme beber un poco de tu jarra”, y ella inmediatamente le da agua. Cuando él sacia su sed, ella dice “A tus camellos también les traeré agua hasta que tomen lo suficiente”. Así pues, comienza a traer más agua hasta asegurarse de que todos los camellos estén satisfechos. No duda en ayudar a Eliezer. Además, cuando ya él y sus camellos estaban satisfechos, ella ofreció su casa como alojamiento para el servidor viajero de Abraham.

En el libro Los secretos de la Biblia (en inglés 'Secrets of the Bible'), Michael Berg determina exactamente lo que hace tan extraordinarias las acciones de Rebeca, “La mayoría de nosotros comparte, pero ¿cuántos compartimos con la conciencia de un servidor? Si somos realmente sinceros, la respuesta sería casi nunca”. Como un servidor, Rebeca aprovecha la oportunidad para ayudar. Cuando ella mostró su disposición a servir a través de su compartir, Eliezer supo que ella era la pareja perfecta para Isaac.

Ayudar a otros mientras juzgamos silenciosamente sus necesidades o esperamos recibir algo a cambio, nos desconecta de la Luz del Creador. Los kabbalistas siempre lo han sabido, cuando ayudamos a otros de manera desinteresada y sin juzgarlos, fortalecemos nuestra conexión con la Luz y crecemos espiritualmente. Cuando entendamos esto y permitamos que el deseo de compartir la Luz sea el impulso de nuestras acciones, seremos capaces de conectarnos con otros verdaderamente y, en consecuencia, conectarnos con la Luz del Creador.


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