Este artículo fue originalmente publicado en 2019.
El proceso de purificación de un individuo de tsaráat, lepra, ocurre en la porción de Metsorá. Sin embargo, no solo está hablando específicamente de la lepra, sino también de la purificación de un individuo que haya caído en la oscuridad debido a sus propias acciones negativas.
“El propósito del trabajo espiritual es recobrar las chispas de Luz”.
Dice que la persona que tenía lepra era enviada fuera de la ciudad donde vivía. Después de siete días, el cohén, el sacerdote, también salía de la ciudad y confirmaba si la persona se había purificado lo suficiente; de ser así, entonces se le permitía regresar a la ciudad. Todo este proceso de la salida del cohén y la inspección para saber si la persona podía regresar o no incluye, como enseñan los kabbalistas, una increíble cantidad de secretos; secretos sobre los que está fundamentado todo el trabajo espiritual.
Los kabbalistas explican que el propósito del trabajo espiritual es recobrar las chispas de Luz que hemos entregado al Lado Negativo, llamado klipot. Estas chispas llegaron allí originalmente a través de lo que conocemos como el pecado o la caída de Adán y, desafortunadamente, a lo largo de la historia la humanidad también ha enviado colectivamente esas chispas al Lado Negativo. Y el Guemar HaTikún, el Final de la Corrección, ocurrirá cuando las llamadas 288 chispas sean elevadas del Lado Negativo.
Hay formas de elevar estas chispas a través de nuestras conexiones y trabajo espiritual, pero también hay una parte muy importante a la que no le prestamos atención y que es crucial para este proceso. Cada viernes en la noche, en Shabat, cantamos un verso que se traduce como: “El alma se despierta en la noche, y es entonces cuando ella trae sustento a nuestro hogar”. Los kabbalistas explican que “la noche” se refiere a los momentos en los que nos encontramos en un lugar de oscuridad y que tenemos que saber que no es un error encontrarnos allí. ¿Por qué? Porque es en la oscuridad, en el ámbito de las klipot, que están las chispas que necesitamos elevar.
“Cuando nos elevemos, elevamos con nosotros a esas chispas”.
Por lo tanto, cuando nos encontramos en un lugar de oscuridad, estas chispas saltan sobre el alma. Y cuando nos reconectamos con nuestra conciencia, podemos elevar todas esas chispas que se han adherido a nosotros. No obstante, si no logramos apreciar lo que acaba de ocurrir en la oscuridad y simplemente queremos salir y olvidarnos de ella, no tendremos la oportunidad de elevar dichas chispas. Por lo tanto, es increíblemente importante tener esta apreciación a fin de que podamos permitir el proceso de elevación de las chispas cada vez que salimos de un momento de oscuridad. Porque si elevamos una cantidad suficiente de estas chispas, no solo traeremos toda la Luz que necesitamos en nuestra vida, sino también pondremos fin al dolor, el sufrimiento y la muerte en este mundo.
Esta es una enseñanza verdaderamente asombrosa: la razón por la que caemos, la razón por la que hay oscuridad, es porque necesitamos estar a una gran cercanía de esas chispas que todavía están bajo el control del Lado Negativo; entonces, cuando nos elevemos, elevamos con nosotros a esas chispas. Por consiguiente, tenemos que apreciar los momentos de oscuridad y saber que es durante estos momentos que las chispas se adhieren a nosotros para que las podamos elevar después. Es por ello que en el trabajo espiritual siempre parece haber ciclos de inspiración y de falta de inspiración, Luz y oscuridad; los momentos en los que estamos en un lugar bajo es cuando las chispas se adhieren a nosotros y, posteriormente, cuando despertamos y nos conectamos nuevamente, las elevamos. Por lo tanto, uno de los regalos que podemos recibir en Shabat Metsorá es el entendimiento de que cualquier momento de nuestra vida en el que nos sentimos mal y desconectados es un momento importante. Porque cuando nos conectamos de nuevo podemos elevar las chispas que se han adherido a nosotros.