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La muerte y la inmortalidad

Michael Berg
Agosto 7, 2018
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En el Zóhar, Rav Shimón bar Yojái revela que Moshé y Yaakov no murieron. Suena como una declaración descabellada en un principio; una que contradice a la Torá, que dice claramente que Moshé murió y detalla el funeral y el sepulcro de Yaakov. Incluso Rav Shimón se cuestiona a sí mismo en esta sección. ¿Qué quiere decir que Moshé y Yaakov no murieron, y qué significa esto en nuestra vida?

"Cada uno de nosotros tiene el potencial de vivir en una realidad sin la muerte."

El Zóhar explica que la muerte es solamente una ilusión que experimentamos a través de nuestra perspectiva limitada del mundo. Existe una realidad en la que la muerte no ocurre y la vida continúa eternamente. Cuando un individuo alcanza la unión total con el Creador, la muerte no puede tocarlo y no muere, sino que continúa viviendo en esta otra realidad, libre de la muerte y el dolor. Dado que Moshé y Yaakov habían alcanzado este nivel de transformación total, ellos no experimentaron lo que nosotros conocemos como muerte. Solo las personas que los rodeaban percibieron su muerte, porque todavía vivían en el mundo ilusorio.

La lección aquí es que cada uno de nosotros tiene el potencial de vivir en una realidad sin la muerte. Saber que dicha realidad existe es el primer paso para llegar a ella. Después tenemos que hacer el difícil trabajo de transformarnos por completo.

Rav Áshlag desarrolla este concepto de inmortalidad en Las Diez Emanaciones Luminosas. Él nos enseña que nuestra alma proviene del Creador y que estamos hechos de la misma esencia que Él, salvo por una diferencia muy importante: nosotros, como seres humanos, tenemos el Deseo de Recibir para Sí Mismo. Este es el lado egoísta de nosotros que nos hace desear cosas solo para nosotros. En general damos por sentado que la gente tiene naturalmente este lado egoísta, pero, tal como Rav Áshlag revela, esto en realidad no es parte de quienes somos o de quienes debemos llegar a ser. Somos parte del Creador y estamos destinados a ser como el Creador, estar unidos en pensamiento y acción.

Esto significa que el Deseo de Recibir para Sí Mismo es el único aspecto de nosotros que nos separa del Creador. Dado que el Creador es la fuente de la vida, cualquier cosa que nos separe de Él es una separación de la vida misma. Esto es lo que nos causa la muerte. Morimos cuando al final somos completamente dominados por nuestro Deseo de Recibir para Sí Mismo y nos desconectamos del Creador.

El proceso de desconexión es lento y usualmente no tenemos idea de que está ocurriendo. Cada vez que realizamos una acción del Deseo de Recibir para Sí Mismo, nos apartamos de la fuente de vida. Imagina que estamos sujetados al Creador por una serie de cuerdas. Cada vez que realizamos una acción egoísta, cortamos una de esas cuerdas, hasta que finalmente no hay nada en absoluto que nos vincule con el Creador. Ahí es cuando nuestro cuerpo muere. Cuando llegamos al final de nuestra vida, no es que alcanzamos un nivel máximo del egoísmo, sino que hemos cometido suficientes acciones egoístas a lo largo de nuestra vida y ahora estamos completamente desconectados.

"A través de este proceso de transformación, pudieron alcanzar la inmortalidad."

Por otro lado, cada vez que realizamos una acción verdaderamente desinteresada, nos acercamos al Creador y fortalecemos esas cuerdas. Las almas justas como Moshé y Yaakov pudieron alcanzar esta unidad total con el Creador al transformar por completo su Deseo de Recibir para Sí Mismo en un altruista Deseo de Recibir para Compartir. Y a través de este proceso de transformación, pudieron alcanzar la inmortalidad. Este es el propósito de nuestra vida: transformar nuestro Deseo.

Solemos pensar que hay acciones egoístas y acciones dadoras, y que mientras nos mantengamos en el ámbito de las acciones dadoras estaremos bien. Pero, según Rav Áshlag, esto no es exactamente cierto. La mayoría de las acciones dadoras de la gente todavía están en el ámbito del egoísmo, porque esperamos ver algún resultado; ya sea emocional, físico o incluso espiritual. Si nuestras acciones dadoras tienen la expectativa de recibir algo, no son verdaderas acciones dadoras. No solo estas acciones no nos acercan al Creador, ¡sino que tienen el efecto contrario! Lo que creemos que es una acción dadora en realidad puede estarnos separando de la Luz del Creador si nuestro propósito es recibir algo a cambio.

Esta es una revelación asombrosa y muy atemorizante. Si entendiéramos que nuestro egoísmo está directamente relacionado con la muerte, ¿no nos esforzaríamos más en ser altruistas? Es por ello que es tan esencial que hagamos introspección y descubramos la intención detrás de nuestras acciones. ¿Estamos actuando con verdadero desinterés o estamos esperando recibir algo a cambio de nuestra acción dadora? Debemos analizar el bien que hacemos y purificarlo de cualquier egoísmo que tenga adherido.

Rav Áshlag nos enseña que estamos destinados a alcanzar el nivel en el que estemos completamente adheridos al Creador, al igual que Moshé y Yaakov, pero no es fácil llegar allí. Es importante que nos esforcemos en alcanzar ese nivel de adhesión, pero también es importante que no nos mortifiquemos en el transcurso, recordar que es un proceso de toda una vida y que es increíblemente difícil de lograr. Es por eso que tenemos las herramientas del estudio y la oración para orientarnos. A través del trabajo espiritual, podemos transformarnos en seres más dadores y alcanzar la verdadera inmortalidad.

*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, clases 16 y 17


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