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Inmortalidad parte 2

Rav Berg
Diciembre 14, 2016
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Después de mi artículo anterior sobre la inmortalidad, la respuesta de nuestros lectores fue muy variada. Recorre toda la gama, desde la expresión de grandes expectativas hasta un completo rechazo de que cualquier noción de inmortalidad sea posible o viable en absoluto. Algunos objetaron desde una perspectiva económica. Dijeron que los jubilados actuales ya tenían suficientes problemas subsistiendo a su edad avanzada como para tener que considerar los recursos financieros necesarios para cubrir los gastos de cualquier emergencia médica grave que podría ocurrir seguramente en un plazo ampliado.

Algunos lectores señalaron además que con la incertidumbre económica y la extrema volatilidad que se ha desatado en los mercados financieros, siendo realistas, son pocas las probabilidades de que un individuo pueda planificar y consolidar una estabilidad financiera. Adicionalmente, los programas de ayuda del Gobierno para los jubilados están desapareciendo rápidamente. Entonces, ¿qué beneficio puede esperar la humanidad de una vida sin fin?

Otros expresaron: si nadie muere y siguen naciendo bebés en este mundo, ¿de dónde saldrá la comida necesaria para alimentar estos millardos de personas? Y este dilema ni siquiera incluye la pesadilla de la falta de agua potable. Otros también preguntaron qué harían los gerentes de funerarias y cementerios si la inmortalidad se manifiesta. Lo más peligroso para el concepto radical de la inmortalidad es la abrumadora evidencia de los cementerios, hospitales, crímenes y prisiones. ¿Cómo alguien puede comenzar a considerar la fantástica idea de inmortalidad cuando nuestra conciencia no percibe, ni está programada, para visualizar una vida de posibilidades infinitas? La noción es demasiado revolucionaria para la imaginación de muchos: es demasiado para ellos llegar a entender las enormes y profundas implicaciones, en el caso de que la idea de inmortalidad sea aceptada.

La idea en sí primero necesitará una revisión revolucionaria de la manera en la que nuestra mente percibe las cosas. Actualmente, nuestras actividades diarias son regidas por el ambiente físico material. Incluso temas como las predicciones, que parecen profecías, se basan completamente en materiales e información que existen y son aceptados. El reportero del tiempo predice el clima basado en patrones climáticos que ya existen. Ningún reportero del tiempo ha dicho tener visión profética cuando da una predicción del clima. Y, por supuesto, inevitablemente ocurren errores, debido a que el mundo material que nos rodea es extremadamente ilusorio. Los patrones del clima cambian y, desafortunadamente para quienes necesitan saber cuál será el clima al día siguiente, la predicción del tiempo es frecuentemente imprecisa. Esta incertidumbre no es exclusiva del clima.

Hablar del futuro es arriesgarse a no decir nada concreto, o peor, arriesgarse a estar equivocado.

Todos tenemos retrospección perfecta. Sin embargo, para predecir el futuro se necesitan capacidades que la mayoría de nosotros simplemente no posee. ¿O sí?

Según la ciencia, la naturaleza es inherentemente impredecible. La ciencia de la física, en consecuencia, no tiene más opción que seguir un camino de probabilidades.

No obstante, nuestra perspectiva sobre la realidad física está pasando actualmente por algunos cambios bastante drásticos. Después del pecado de Adán, todos pasamos a estar bajo el dominio del plano físico. Esta situación ilusoria ha mantenido desde aquel momento un fuerte yugo sobre humanidad. Sólo ahora en el siglo XX se han corregido las ideas erróneas sobre nuestro mundo material. Por eso, se podría intentar dar algunas respuestas y entendimiento sobre las preguntas que hicieron mis lectores, pero temo que las respuestas del Zóhar no sean tan fáciles de entender para quienes aún se aferran a las concepciones arcaicas del universo manifestado físicamente, más aún si incluimos el concepto de inmortalidad cuando no existe evidencia tangible de su existencia.

Antes de aventurarme a asumir la abrumadora tarea de presentar la naturaleza ilusoria de la realidad y la mortalidad, me gustaría hablarle al lector de la paradoja del viaje en el tiempo o paradoja del abuelo de la ciencia. Las personas comunes no debemos preocuparnos por la dificultad de entender por completo la teoría que está detrás de la paradoja. Lo importante es su conclusión, la cual desafía a la lógica.

Apenas hace poco algunos físicos conocidos admitieron sutilmente que el viaje en el tiempo, el cual una vez sólo estaba dentro del campo de la ciencia ficción, al menos es posible en teoría. No obstante, el diseño de una máquina del tiempo no está siendo considerado por ahora. Los científicos tienen suficientes problemas tratando de resolver las dificultades de las teorías del viaje en el tiempo. El punto clave en este tiempo es que los físicos no han encontrado nada en las leyes de la física que evite el viaje en el tiempo.

Los científicos dicen que si pudiésemos viajar a la velocidad de la luz, regresaríamos en el tiempo. Un astronauta que viaja a la velocidad de la luz podría posiblemente ir a lo profundo del espacio y regresar en el momento antes de partir. El tiempo se ralentiza para un objeto en movimiento cuando es medido por un observador que es considerado estacionario. Según esta teoría, si un miembro de un par de gemelos viaja a la velocidad de la luz al espacio exterior, al regresar se dará cuenta de que su reloj de envejecimiento avanza más lento y que su hermano ha envejecido más que él. Tan increíble como pueda sonar, puedo ver a toda la humanidad reuniéndose para comprar el boleto a una vida más larga, o incluso a la inmortalidad.

Este efecto de expansión temporal ha sido confirmado por experimentos. Se ha descubierto que relojes atómicos transportados en largos viajes en jet resultan tener cinco milmillonésimas de segundo de retraso con respecto a los relojes en tierra. Aunque el desfase de tiempo es mínimo, su presencia muestra a los científicos que la velocidad de un jet tiene el efecto de ralentizar el reloj. En el spacio exterior, donde la capsulas espaciales mantienen una velocidad más cercana a la de la luz, el efecto se aumenta considerablemente.

Las ideas establecidas sobre la realidad deben ser reconsideradas cuando un científico habla sobre un tiempo elástico que puede ser encogido o estirado, al igual que de lugares en los que ya no existe el tiempo. Aunque dichas formas de tiempo puedan parecer inaceptables para la mayoría de nosotros, abren las puertas a más fenómenos y fenómenos más inusuales, incluyendo el freno del proceso de envejecimiento y el logro de la inmortalidad. Las fórmulas matemáticas sugieren que el viaje bidireccional en el tiempo es posible, eso significa que, al viajar a la velocidad de la luz, podríamos regresar en el tiempo a un momento previo al presente. Qué maravillosa idea. Pero puedo escucharlos gritar: “¡Es muy bueno como para ser verdad!”.

Pues bien, la única falla que se presenta con respecto a esta nueva idea de viaje en el tiempo es conocida como la “paradoja del abuelo”. Pero, por favor, recuerde que lo que la ciencia no pueda resolver con la “paradoja del abuelo” no cambia ni afecta a la verdad esencial subyacente que dice que el viaje bidireccional en el tiempo no sólo es posible, sino que es una realidad.

¿Qué es la paradoja del abuelo? Es un viajero en el tiempo que regresa al pasado justo a tiempo para evitar el encuentro y subsecuente matrimonio de sus abuelos, así pues, evita su nacimiento.

Pero al no haber nacido, no podría haber prevenido la boda de sus abuelos, ni estaría presente para regresar en primer lugar. Si el viaje en el tiempo es posible, ¿cómo evitamos esta contradicción? No obstante, me gustaría reiterar de nuevo que este problema que enfrentan los científicos no altera ni cambia físicamente la conclusión de los científicos con respecto al viaje bidireccional en el tiempo, que existe y puede llevar a la inmortalidad.

Kabbalísticamente hablando, ya este problema fue tratado en el Zóhar, pero me referiré a él luego. También debemos pensar en cuán lejos regresará la máquina al viajero. Todos hemos visto películas como Regreso al futuro y otras en las que la ciencia ficción impresiona al espectador con algo que podríamos desear lograr o vivir. Desafortunadamente para nosotros, esta idea aún es sólo un sueño. Por el momento, los científicos sólo pueden pensar en términos de efecto de dilatación del tiempo o su ralentización. Esta idea, como ya dije, ha sido probada. Pero hacer regresar el tiempo es otro asunto. No hay forma de que visitemos a los dinosaurios, esto a pesar de la conclusión científica de que en teoría es absolutamente posible hacerlo.

Continuemos explorando este fenómeno. Mientras más nos familiaricemos con ideas como inmortalidad, viaje en el tiempo, restauración y clonación de extremidades amputadas, obtendremos más conciencia y elevación de la misma. Además, y quizá más importante, tal y como veremos luego, nuestro estado de conciencia determina nuestra realidad. Si rechazamos las posibilidades de, digamos, la inmortalidad, entonces detenemos su surgimiento.

Sin embargo, las cosas se ponen un poco complicadas cuando alguien que regresó en el tiempo está en posición de afectar el pasado propio o el de otra persona. ¿Cómo alguien puede regresar al pasado y afectar su futuro de tal manera que evite su viaje al pasado?

Para aclarar un poco más estos raros conceptos, intentemos verlos con este ejemplo. Imagina que estás en una estación espacial a las 4:45 p. m. y a las 5:00 p. m. abordas un viaje en el tiempo a través del túnel del tiempo. A las 4:45 p. m. regresa la nave de su vuelo a tiempo para que te veas llegando a la estación. ¿Puedes decidir ahora no tomar el vuelo? Si lo haces, ¿cómo podrías verte regresar?

Toda la idea es demasiado para que nuestra mente racional lo entienda. Intenta multiplicar 9.437.261.519 por 3.897.214. Es demasiado para nosotros. Necesitamos una calculadora, ¿no?

Pues bien, ¿la calculadora no fue creada por una persona? Somos el origen, la raíz de las calculadoras y las computadoras. Pero, escucho las voces que rechazan diciendo: “Es imposible”. Lo seguirá siendo mientras creamos que lo es.

Lo que intento decir es que nuestra mente, desde nuestro nacimiento y a lo largo de nuestra niñez y a veces después de la adolescencia, está constante y completamente programada para pensar según su ambiente inmediato. Personalmente recuerdo la insistencia de mi madre en que tomara una cucharada de aceite de hígado de bacalao antes de almorzar. Mis papilas gustativas odiaban ese aceite. Sin embargo, como recompensa, me daba un delicioso chocolate, así borraba el horrible sabor a aceite de mi mente. Este y otros hábitos fueron formados por la recurrencia de lo que se debe y no se debe hacer. Nuestra mente, programada para resistir nuevos modelos de comportamiento, es fija y muy complaciente. Cualquier estimulación que no sea compatible con nuestra manera de pensar es simplemente tratada con resistencia y rechazada inmediatamente. Administradores que antes podían sumar grandes cifras y columnas pasaron a usar calculadoras y sus antiguas habilidades ahora son consideradas como milagros.

Esta posición de nuestra mente es el origen de la Ley de Murphy/Satán. Su intención es evitar que obtengamos una mente/conciencia todopoderosa. Estamos bajo su ataque constantemente.

Conscientemente o no, estamos a su merced, y nunca nos beneficiaremos de eso. Su única intención es mantenernos donde estamos y luego continuar un constante e incesante bombardeo de pensamientos. Estos pensamientos nos perturban cuando queremos dormir. Cuando nos relajamos después de un largo día, no se nos da el lujo de tener una mente en paz. La batalla es feroz; no hay señal de alivio.

El Zóhar dice que este dilema debería convencernos de nuestra falta de control sobre nuestra mente, cuerpo y destino. No hemos logrado reconocer nuestra responsabilidad por lo que nos ocurre. Hemos perdido, al menos temporalmente, la conciencia de que somos Dios. Esto ocurrió cuando Adán mordió la manzana. ¿Qué? ¿Somos Dios? Eso es imposible. ¿Por qué no podemos hacer cosas que Dios hace? ¿Por qué morimos? Dios no muere. ¿Qué hay de todo el caos en nuestra vida? Dios no tiene problemas ni sufre las irreversibles tragedias que nosotros padecemos, como la pérdida de células cerebrales, un miembro o un riñón.

¿Somos felices 24 horas al día y siete días a la semana? Por supuesto que no, pero Dios lo es. Si somos Dios, ¿por qué luchamos toda nuestra vida por llegar a final de mes? Nunca tenemos suficiente. Y aunque vivamos sin problemas financieros, ¿qué ocurre después de la jubilación cuando llega la vejez? ¿Durará el dinero? ¿Qué tan probable es que sigamos sanos? Dios no tiene que pensar en eso.

De nuevo, cuando estamos viejos y nuestra pareja de 50 o 60 años “se nos muere”, quedamos solos. Dios no pasa por esta trágica experiencia porque es inmortal. ¿Nosotros lo somos? Además, Dios nunca tendría este problema. Dios no está casado. Suertudo.

Ahora los escucho decir: Seamos razonables; esta es una labor totalmente inútil. ¿Por quién me tomas? ¿Un tonto e ingenuo bufón? Deja de intentarlo. No llegarás a nada. Este es un pensamiento que va acorde con una persona irresponsable, nada seria, o un soñador que acaba de terminar una novela de ciencia ficción. ¿Qué acaso estás ciego? ¿No has visto la realidad que te rodea? Quizá te niegas a reconocer o nunca has vivido el caos de la vida real. Pienso que debes estar en un hospital psiquiátrico o desaparecer. ¿De dónde sacas estas afirmaciones ridículas? “Todos somos Dios”. ¡Lárgate! No me molestes con esta idiotez. De acuerdo, si eres Dios, ¿por qué te enfermas?

Escucho su mensaje alto y claro. Todo lo que me dicen entra exactamente en la percepción de la realidad actual de la mayoría. Nada ha cambiado desde la creación del hombre. ¿Por qué siquiera estoy sugiriendo que somos Dios? Si de verdad lo fuésemos, el caos no reinaría supremamente como todo sobre nosotros atestigua que lo hace en este momento.

¿Cuántas veces me he dicho: “Deja de decir tonterías”? Muchos de mis amigos cercanos también han cuestionado esta afirmación, que encuentran sorprendente y repugnante. Quizá debo parar y prestarle atención a lo que dicen los demás.

¡Pero no! No estoy solo en esta fantástica, profunda y casi increíble declaración. De hecho, no es mi idea para nada. Es una idea que ha existido por mucho tiempo, de hecho, por al menos 3.500 años. Los escucho nuevamente: ¿¡Qué!? ¿Y sólo tú la has escuchado? ¿Cómo y de dónde recibiste esta inspiración divina y este mensaje? ¿Por qué fuiste escogido para ser quien anuncie este tipo de información? ¿Por qué fuiste elegido de entre tantos sabios de la época para ser el heraldo de la afirmación: “Todos somos Dios”? Adicionalmente, si en efecto “todos somos Dios”, ¿por qué sufrimos el caos del que ninguna persona se ha podido salvar? Si somos Dios, que obviamente es imposible, ¿por qué no hemos podido acabar con las guerras, holocaustos, inquisiciones y torturas barbáricas en muchos países del mundo? Imposible.

Estos argumentos son bien recibidos. El hecho es que el Talmud, la Kabbalah y prácticamente todos los sabios han expresado con claridad que nuestras “almas forman parte de Dios”. Tal y como Rav Áshlag, fundador del Centro, lo dijo: nuestra alma es a Dios como una piedra tallada a su montaña de origen. Ahora es una piedra al estar por sí sola. Sin embargo, la piedra tiene todo lo que la montaña posee, esto a pesar de su separación de la montaña.

Nuestra esencia es Divina. Tenemos las mismas funciones, características y poderes que Dios. Pero hay una diferencia entre Dios y nosotros. Nosotros también nos combinamos y nos identificamos con la fuerza llamada Deseo de Recibir, una característica excluida de Dios, ya que Dios es el inicio, la fuerza primigenia de toda la creación. Por lo tanto, ¿de quién podría recibir Dios? Y cuando no hay situación ni estado de recepción, no puede haber una conciencia de Deseo de Recibir.

Sólo hay un axioma en la Kabbalah. La Fuerza de Luz del Creador abarca e integra todo. En consecuencia, no puede aparecer una condición ni ambiente para que emerja un Deseo de Recibir en Él. La Creación, nosotros, incluye el Deseo de Recibir, porque fue el “pensamiento de la Creación”. El pensamiento de compartir del Creador produjo la característica única, el Deseo de Recibir, también conocido por su nombre en código: alma.

Cuando la infinita cantidad de almas emergió, recibieron la beneficencia o la esencia de Dios, que estaba en Su pensamiento original de compartir. Por ende, formamos parte de Dios. Tenemos Su esencia. Tenemos Su poder para gobernar, crear y expresar todas las maravillosas capacidades que asociamos con Dios.

Encontramos la esencia de Dios en toda la creación, incluyendo todos los reinos inferiores: Animal, Vegetal e Inanimado. No fue sino hasta las investigaciones del siglo XX que se descubrió que incluso el Reino Inanimado vive una hermosa y dinámica danza de interacción, entrelazando átomos y en constante movimiento. La esencia de Dios está presente en todas partes, sólo hace falta que la encuentres. El Arí, Rav Yitsjak Luria, siempre caminaba mirando al piso con temor de pisar a una hormiguita. Escribió bastante sobre la necesidad de ser cuidadoso para no abusar o maltratar cualquier cosa de nuestro ambiente porque él conocía y sentía la presencia de lo Divino en la Creación.

La humanidad es el primero de los Cuatro Reinos y es dotada con la afinidad más cercana a la esencia de la Deidad. Lo que le faltó a la humanidad en relación con nuestro Creador es la misma idea del enlace entre causa y efecto. Sin embargo, estamos a un paso del Creador. No podemos crear otras almas. No podemos crear algo a partir de la nada. Esto es lo que originalmente produjo el Creador: almas (Deseos de Recibir) de la nada. Hasta el proceso de clonación animal se logra a partir de células ya existentes.

Somos la creación de dos componentes. El primero es la esencia de Dios, o el pensamiento o Deseo de Compartir, y el otro es la Vasija (el alma), imbuida con su elemento característico o Deseo de Recibir. Para ser como Dios debemos revertir o transformar nuestra característica única del Deseo de Recibir en la de la esencia de Dios, es decir en Deseo de Compartir. Con mucho esfuerzo y trabajo duro constante, podemos cambiar a ser como Dios, tener acceso a todos los asombrosos poderes que ya están incluidos en nosotros, aquellos de la esencia de Dios.

En nuestro conocido mundo físico, nuestra esencia y características divinas siempre permanecerán ocultas. Quizá sintamos la existencia de la presencia y la esencia de Dios en un nivel espiritual e inmaterial.

En el Infinito, un plano sin inicio, fin, separación ni limitación, la unión de una característica Divina de la Luz con un Deseo de Compartir y de un ser creado con un Deseo de Recibir es eternamente concebida como una unidad de circuito inseparable. Esta magnífica combinación continúa actualmente y durará para siempre. Por lo tanto, los kabbalistas lo describen como un plano de infinidad y continuidad sin diferenciación. Nosotros también estamos familiarizados con el concepto “indiferenciado”. Sin embargo, una vez que nosotros (las almas) fuimos expulsadas del Infinito, donde todo comenzó, todo esto cambió.

Las células se consideran indiferenciadas hasta que se transforman según las órdenes del ADN (o el alma, como quieras llamarlo) y se convierten en, por ejemplo, una parte de un corazón y, en consecuencia, diferenciadas.

Aunque las células individualmente aún se parezcan a su estado original, se clasifican como diferenciadas porque pasaron a estar limitadas conforme a la naturaleza de su ubicación y actividad creadora. A pesar de eso, hay una gran diferencia entre las dos. El Infinito nunca cambia, sólo se mueve de un escenario a otro. Sólo las vasijas adicionales que emergen de la vasija o aspecto del primer y original Deseo de Recibir hacen pensar que la Luz o la Fuerza de Luz pasó por algún cambio. Este fenómeno puede ser comparado con lo que pasa con un bombillo cubierto por una delgada tela blanca, cuando agregamos telas blancas más gruesas y luego envolvemos la lámpara con tonalidades de color distintos, tanto claros como oscuros. Inconscientemente, decimos que se atenúa la luz del bombillo, pero, al pensar en lo que realmente está ocurriendo, nos damos cuenta inmediatamente de que los cambios que observamos no provienen de la luz del bombillo, sino de las telas o cortinas ilusorias.

Rav Áshlag advirtió que nunca debemos asumir que el Creador se está revelando. Cuando las escrituras se refieren a Dios, lo que debe asumirse es que se hace referencia a la emanación de Dios. La Fuerza de Luz parece pasar por cambios en esta emanación. Se vuelve cada vez más densa hasta que emerge nuestro mundo oscuro. La manera en la que esto ocurrió es explicada de mejor manera en otras obras. La noción de diferentes estados de la Fuerza de Luz y las escrituras hacían referencia solamente a la emanación de Dios, no a Dios en Sí mismo.

Así pues, el Infinito no está asociado con la palabra para mundo, en hebreo la palabra olam convenientemente significa cobertura u ocultamiento. Estas connotaciones sólo se refieren a la subsecuente emanación de la Fuerza de Luz, pero nunca al Creador en Sí mismo, ni al Infinito, donde no hay ningún ocultamiento. En nuestro nivel de existencia, además del ocultamiento de la Fuerza de Luz, otra fuerza, una fuerza satánica inalterada conocida como el Oponente (o Satán) se manifestó para coexistir junto a la Fuerza de Luz. Esto es mostrado en Génesis con la expresión del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Cuando la Fuerza de Luz es liberada de toda conexión con las fuerzas oscuras o satánicas, entonces se hace una conexión pura con la Fuerza de Luz y ese estado de existencia es mencionado en las Escrituras como el Árbol de la Vida.

Estoy muy seguro de que lo que acabo de decir no es difícil de entender. Ahora también podemos entender por qué en esencia somos “el mismísimo Dios”. Esta realidad es el único motivante de cualquier actividad o movimiento. No obstante, la Fuerza de Luz puede ser transferida al Otro Lado, una manera de referirse a las muchas facetas de Satán, nuestra indulgencia o excesiva relación con la conciencia y actividad negativa provee mayor alimento a las fuerzas satánicas, y estas terminan por manifestar su dominio en forma de mortalidad.

El Deseo de Recibir para Sí Mismo es la esencia de Satán en su máxima expresión. Ya sea que se alimente del corazón de un individuo, como una célula consciente o devorando células sanas, no parece haber manera de detener a Satán hasta que cumpla su deseo final, su último kilo de carne humana o la mortalidad. Por milenios, la humanidad ha sucumbido a este panorama final de Satán. Pero ahora sabemos cómo contraatacar.

Algunas de las preguntas iniciales? Creo que si al menos una vez reconocemos que somos como Dios, seguramente aún podemos creer que el Creador puede realizar y realiza milagros y otras proezas sobrenaturales cuando se necesita, como proveer para nuestra jubilación y darnos suficiente comida para que sigamos adelante. Y quizá como extra, Dios nos asegurará de que nunca nos enfermemos.

Como recordarás, al inicio de este artículo hablé del problema de si podemos elevar nuestra conciencia a creer que podemos contraatacar y eliminar el poder de mortalidad de Satán. Ahora le doy al lector el dolor de cabeza de incluir en nuestra conciencia computarizada la noción de que somos Dios.

Este, querido lector, es el punto exacto en donde Satán nos ha tenido. Nos han engañado. Satán es un fraude y una falsedad, tal y como el Arí, Rav Yitsjak Luria, lo afirmó con simplicidad cuando se refirió a nuestro socio en la Corporación del Árbol del Conocimiento. Su influencia y domino sobre cada faceta de este universo existe sólo porque él controla nuestra mente y conciencia por completo. De renunciar y perder este control, no existirá el enemigo formidable que pretende ser. Cuando es enfrentado directamente, no es competencia para la Fuerza de Luz.

Nuestro problema está en la actitud de derrota que hemos tenido en nuestra conciencia. El más egoísta de nosotros sabe que en algún momento sucumbiremos inevitablemente a todas las fallas sobre las que leemos o escuchamos. Es precisamente ese miedo el que nos mantiene vivos y a flote. Sin embargo, no existe ninguna conciencia que diga que debamos luchar por siempre y nunca perder ni ganar.

Por supuesto que no es fácil, pero estamos en la Era de Acuario. Este tipo de conciencia está bastante retrasada y ahora es el momento oportuno para tenerla. Lograr el objetivo ahora está a nuestro alcance. Sin la conciencia de la gente, incluso alguien como Moshé no pudo lograr lo que vamos a manifestar en nuestro tiempo de vida.

La metodología está disponible. Esta revolución ya comenzó. La información sobre cómo alcanzar la inmortalidad y liberar la característica divina que está en nuestro interior es de fácil acceso y puede ser obtenida por todo aquel que simplemente tenga un deseo de vivir lleno de alegría y felicidad, libre de caos.

Pero no te equivoques, Satán no descansará. Buscará un ejército de humanos que pueda expresar y exprese las mayores formas de intolerancia y odio que el mundo haya vivido. Ese es su arsenal más poderoso. Hilel, del Talmud, expresó hace tiempo el poder que tenía el odio cuando declaró: “No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, el resto de la religión es sólo comentario”.

El Talmud no podría expresar de mejor manera los obstáculos que evitan que la humanidad domine el mundo a través del logro de un mundo pacífico y lleno de Luz. El Primero y el Segundo Templo, que ayudaban y le daban a la humanidad la capacidad de finalmente superar al Satán y a sus hordas de fuerzas destructivas, fueron destruidos, pero ¿por qué? Pregunta el Talmud. “Debido al odio sin razón”, concluye el Talmud. ¿La civilización ha cambiado mucho en estos 2.000 años? La respuesta es: muy poco. El tiempo, las caras y los lugares pueden cambiar. El odio y la intolerancia se han reducido muy poco, si es que lo han hecho.

El Zóhar y sus palabras, la Kabbalah y sus enseñanzas, están cambiando todo esto. Los millones de personas involucradas con la Kabbalah y todas las formas de espiritualidad en general ya han dejado su huella. Satán ya no puede regresar el tiempo.

Unámonos al creciente ejército y equipo que por fin está contraatacando a Satán. Él es una imagen ilusoria que espera que la Luz sea liberada. Sabe que le llegó su hora. No lo permitirá tranquilamente. Pero sabemos de nuestra experiencia diaria que sin importar lo oscura que sea una habitación, la Luz aparece con tan sólo activar el interruptor y la oscuridad desaparece para nunca más regresar.


(Extraído de Kabbalah Magazine, Vol. 2 Edición 5, julio/agosto 1997)


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