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Nuestra responsabilidad con el linaje kabbalístico

Benny Halfon
Julio 30, 2015
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El Arí (Rav Isaac Luria) fue un kabbalista que creó una revolución en el estudio de Kabbalah hace 450 años e hizo la sabiduría de la Kabbalah mucho más accesible a todos. Inspirado por sus escritos, quiero compartir con ustedes el poder de usar nuestro corazón, y no sólo nuestra mente lógica, para realmente hacer el trabajo que todos vinimos a hacer en este mundo.

Uno de los escritos del Arí es un libro llamado Séfer HaLikutim, Libro de selecciones, y en el capítulo sobre la porción de Vaetjanán, el Arí nos revela un secreto sobre Moshé. En el libro de Deuteronomio (3:26), Moshé dice: “Pero Dios se enojó conmigo (lit. ‘impregnó en mí’) a causa de ustedes…”. Esto necesita ser aclarado, cuando leemos algo en la Torá (los cinco libros de Moshé) que “no tiene sentido” significa que nos encontramos con un secreto kabbalístico. Si Moshé hubiese podido entrar a la tierra de Israel, la Luz revelada por él en la tierra santa habría llevado al mundo entero a una realidad libre de dolor y sufrimiento. El Arí explica que como Moshé no pudo entrar a Israel, la Luz le dio permiso de venir en cada generación (según el Arí, cada 50 años exactos) e “impregnar” con su espíritu a los kabbalistas de esa generación. Así es como Moshé ayuda a que nos acerquemos al fin del dolor y el sufrimiento, poco a poco y de manera misericordiosa. Sin esa ayuda sólo podríamos llegar a eso a través del juicio.

El Arí revela un secreto aún más grande que nos muestra una nueva perspectiva sobre la razón por la que Moshé no pudo entrar a la tierra de Israel. Moshé fue quien hizo posible que los israelitas recibieran los Diez Enunciados en el Monte Sinaí, para ese momento él ya había alcanzado la revelación de la Luz en las Cincuenta Puertas de Biná. Las Cincuenta Puertas de Biná son 50 niveles de crecimiento espiritual, todos estamos en alguno de esos niveles en algún momento de nuestra vida. En el nivel más bajo, el nivel más alejado del Creador, está una persona que se está iniciando en el camino espiritual; y la quincuagésima puerta es la más cercana al Creador, esa puerta da completo control de la mente sobre la materia. Moshé alcanzó la revelación total de la Luz de la Inmortalidad y fue el único que obtuvo ese acceso mientras aún estaba en su cuerpo físico. Sin embargo, después del pecado del becerro de oro, el Arí dice que Moshé perdió su conexión con las Cincuenta Puertas. No importó que Moshé no hubiese participado en la creación del becerro de oro, la conciencia de la gente a la que él guiaba le hizo descender de ese nivel. Qué revelación y qué responsabilidad.

En cada generación, Moshé viene a enseñarnos e inspirarnos a entrar a la tierra de Israel. No al estado de Israel ni mudarnos al Oriente Próximo, sino a ganar la conciencia de la dignidad humana para que obtengamos amor incondicional; tal y como enseña Rav Berg, ese es el significado verdadero de entrar a la tierra de Israel. En cada generación Moshé viene a hacernos ascender, y por como se ve el mundo en la actualidad, no estamos ascendiendo lo suficientemente rápido. Si no ascendemos lo suficientemente rápido, significa que estamos manteniendo abajo al Moshé de esta generación y no le estamos permitiendo hacer conexión con las Cincuenta Puertas.

Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Qué debemos cambiar?

La conciencia de ego más grande es pensar: No estoy haciendo la diferencia, soy muy pequeño, no importo, en cualquier caso, ¿qué cambios puedo hacer en un mundo tan grande? Esa es la voz de nuestro Oponente. Todo gran líder en la historia fue sólo “una persona”, pero el dolor de la gente a su alrededor tocó su corazón lo suficiente como para tomar la batuta y producir el cambio.

Debemos comenzar a usar nuestro corazón al menos en la misma medida que usamos nuestra mente y lógica. Quizá un poco más.

No usar nuestro corazón significa que no lograremos sentir el dolor de la gente que nos rodea; no es que no haremos ninguna diferencia sino que haremos descender a nuestro líder. Sí importamos, cada uno de nosotros importa. Si no, no estaríamos aquí, así de simple. Si el hecho de que una hoja de un árbol caiga en un día y una hora determinada no es una coincidencia, ¿cómo podría serlo el hecho de que estés leyendo estas palabras en este momento?

Todos hemos influido en la vida de los demás. Hemos ayudado a sobrellevar la situación de alguien más cuando sentimos su necesidad. En Deuteronomio 1:9, Moshé dice: “…Yo solo no puedo cargar con ustedes…”. Rav Berg dijo más de una vez que “no es trabajo de una sola persona” (refiriéndose a poner fin al dolor y el sufrimiento). Nuestro trabajo es actuar juntos, si tenemos esto en cuenta, entenderemos que tenemos más responsabilidad y nos involucraremos más con el trabajo. Si no nos responsabilizamos, no sólo implica que no estamos haciendo nada, sino que estamos haciendo descender al Moshé de nuestra generación y le negamos la “tierra de Israel” al mundo entero. En lugar de eso, abramos y usemos nuestro corazón, responsabilízate más y trabaja para fortalecer a nuestro Moshé.


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