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La ilusión del tiempo y el espacio

Michael Berg
Noviembre 26, 2018
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¿Qué es el tiempo? La mayoría de nosotros lo considera como la medición del transcurso de horas, minutos y segundos. Pensamos en las manecillas del reloj o la fecha en el calendario. En Las Diez Emanaciones Luminosas, Rav Áshlag desarrolla la idea de que el tiempo, tal como lo percibimos, en realidad es una ilusión y explica cómo se relaciona con cualquier negatividad que podamos experimentar.

"En el ámbito espiritual, no hay tiempo, espacio ni movimiento".

Rav Áshlag nos enseña que, en el mundo físico en el que vivimos, el tiempo no es un sentido humano innato. Si nos sentásemos en una habitación en completa paz sin movimiento ni ruido a nuestro alrededor, sin un reloj que mirar, no podríamos predecir el tiempo. Percibimos el tiempo a través de un sentido de movimiento, por las cosas físicas que ocurren una tras otra. Nuestra mente percibe estos sucesos y nos dice que cierta cantidad de tiempo debió pasar. Es puramente un constructo de nuestra mente.

En el ámbito espiritual, que representa la realidad verdadera, no hay materia física; así que tampoco hay tiempo, espacio ni movimiento. En otras palabras, el tiempo no es una realidad verdadera sino una ilusión del mundo físico que nuestra mente percibe. Incluso en el mundo físico el tiempo no existe realmente, y esto es todavía más cierto en el ámbito espiritual.

Cuando los textos espirituales como la Torá y el Zóhar usan palabras que connotan el tiempo, tenemos que ser cuidadosos de no equipararlo con el tiempo tal como lo entendemos en el mundo físico. Por ejemplo, cuando estudiamos que ocurrió el primer TsimTsum y después la Kav, es tentador pensar que estos eventos sucedieron en ciertos momentos del tiempo, como si leyésemos un libro de historia. Pero a lo que verdaderamente se refiere la sabiduría es a la idea de causa y efecto; cómo una realidad afecta naturalmente a otra. Debido a que estamos muy acostumbrados a pensar en el tiempo en términos físicos, nuestra mente de forma automática toma estas historias de causa y efecto para denotar tiempo; pero no es verdad, dado que el tiempo no existe.

Si analizamos esto con más profundidad, casi todos nuestros problemas —temores, dudas y pensamientos negativos—provienen del ámbito del tiempo y el espacio. Nos preocupamos por lo que ocurrirá o dejará de ocurrir mañana, y estamos apegados a lo que ocurrió en el pasado. La única preocupación genuina que deberíamos tener es si estamos o no cambiando, transformándonos y convirtiéndonos en una nueva forma espiritual, acercándonos al Creador. Cualquier otro pensamiento que nos traiga infelicidad está relacionado con el tiempo y el espacio, porque ahí es donde habita el lado negativo.

"Estamos destinados a elevar a nuestra alma a un estado que trascienda tiempo y espacio".

En el ámbito que trasciende el tiempo y el espacio no hay negatividad, solo hay Luz. El dolor y el sufrimiento solo pueden existir dentro del ámbito del tiempo y es espacio, porque solo pueden existir en el ámbito físico. En el mundo verdadero, donde no existen el tiempo ni el espacio, no puede haber dolor, sufrimiento, preocupación o duda, porque no hay materialidad. Todos estos pensamientos negativos se relacionan con el tiempo y el espacio, esos constructos físicos que son ilusorios.

Esto explica por qué los kabbalistas podían viajar en el tiempo y el espacio. Ellos alcanzaron una conexión tan fuerte con el ámbito que trasciende la ilusión del tiempo y el espacio que ya no estaban limitados por las leyes de la física. Cuando Rav Áshlag viajaba, sus estudiantes solían quejarse de lo lejos que estaban de él. Él les decía que si estuviesen realmente conectados con él, no sentirían la distancia en el espacio. La razón por la que sentían la distancia es porque ellos seguían operando dentro del ámbito de la materialidad y, por lo tanto, en el ámbito del tiempo y el espacio.

En realidad estamos destinados a elevar a nuestra alma a un estado que trascienda el tiempo y el espacio, en el cual no nos influyan y, por consiguiente, no sintamos más dolor ni sufrimiento. Esta es una lección asombrosa que Rav Áshlag comparte con nosotros que debería influir en la manera en que entendemos la sabiduría y percibimos el mundo.

*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, clase 27.


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