Los kabbalistas enseñan que nuestro propósito en la vida es transformar nuestra naturaleza egoísta y convertirnos en seres dadores, como la Luz. Una herramienta importante que la Kabbalah usa para lograr este propósito se llama: restricción.
Para entender la restricción, observemos cómo funciona la bombilla eléctrica. Dentro de ella hay tres componentes: un polo positivo, un polo negativo y un filamento que los separa. El filamento es el componente más importante, ya que sin él no puede haber luz duradera. Él modula la corriente que fluye del polo positivo y evita que tenga contacto directo con el polo negativo; esta resistencia es la que permite que la luz se encienda.
"Nuestro propósito en la vida es... convertirnos en seres dadores."
El polo negativo es como nuestras reacciones automáticas basadas en el ego, mientras que el polo positivo se corresponde con la Luz. El filamento es nuestro libre albedrío de restringir nuestro comportamiento egoísta. Así como la resistencia del filamento mantiene a la luz brillando en una bombilla, resistir nuestro Deseo de Recibir para Sí Mismo nos permite conectarnos con la Luz. Cuando no restringimos estos impulsos inherentes, sentimos un flash momentáneo de energía que viene seguido de un apagón; en otras palabras: un cortocircuito.
Muchos de nosotros experimentamos esas sensaciones como euforia de gratificación inmediata seguida de una caída. Por ejemplo, comernos toda una bolsa de papas fritas nos da un placer breve y pasajero seguido de una sensación de malestar. Lo mismo ocurre con muchas cosas a las cuales acudimos en busca de alivio, como el alcohol o las drogas. Buscamos estas fuentes porque somos impulsados por nuestro Deseo de Recibir. Sin embargo, si queremos ser como la Luz, necesitamos superar esos deseos. Para evitarlos, hacemos lo mismo que hace la bombilla: resistir. Y eso usualmente implica hacer lo opuesto a lo que nos nace de forma natural.
Todo lo que hacemos nos da energía, pero la energía que recibimos solo es buena en la medida que podemos controlarla y resistirla. Por tanto, podemos recibir energía de plenitud infinita de parte del Creador cuando restringimos nuestras reacciones egoístas. No obstante, eso no significa que debemos reprimirnos los sentimientos; hacer esto en realidad hace que ellos nos controlen a nosotros. Por ejemplo, que alguien nos bloquee en el tráfico puede disparar la ira en nosotros, pero practicamos la restricción cuando decidimos no gritarle a la persona que lo hizo o vengarnos. Con la restricción, reconocemos la emoción que surge, pero no le permitimos controlarnos.
"Necesitamos transformar nuestros deseos egoístas."
Además, cuando nos reprimimos las emociones, solo nos alivia temporalmente de la sensación de incomodidad y permite que nos quedemos estancados en el papel de víctima. Al entender esto, vemos que cuando nuestras emociones reactivas son activadas es importante sentirlas, porque una vez que lo hacemos, podemos escoger cómo queremos responder. Y si lo que escogemos hacer es incómodo (porque va en contra de nuestra naturaleza egoísta), es señal de que estamos practicando la restricción.
El Creador quiere darnos bendiciones y plenitud infinitas, pero necesitamos transformar nuestros deseos egoístas a fin de recibirlas. Por consiguiente, la Luz nos está enviando constantemente oportunidades para hacerlo. Cuando surgen situaciones o personas que nos alteran, usualmente son oportunidades de la Luz para que practiquemos la restricción y crezcamos espiritualmente. La Luz se genera al pasar por la resistencia al igual que la electricidad, por eso es que es tan difícil lograrlo; pero cuando se logra, el resultado es increíblemente poderoso y transformador, y revela cantidades asombrosas de Luz en nuestra vida.
SABIDURÍA PROFUNDA
La primera restricción es lo que causó el big bang, la creación de nuestro universo. Con relación a la analogía de la bombilla de luz, el polo negativo se corresponde con nosotros, la Vasija; el polo positivo se corresponde con las bendiciones infinitas de la Luz; y el filamento representa el acto de restricción de la Vasija. Los kabbalistas llaman tsimtsum a este acto de restricción original. Y es precisamente este momento lo que se conoce como big bang, cuando la Vasija restringió el flujo de Luz del Creador para que pudiera transformar el Deseo de Recibir en Deseo de Compartir y volverse su propia creadora.