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Criar a nuestros hijos con certeza

Monica Berg
Marzo 29, 2018
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Cada padre ha tenido los interrogantes, las dudas y la incertidumbre que acompañan a la labor de criar a nuestros hijos. Quizá sea la ansiedad que sentimos cuando llevamos a nuestro primogénito a casa, el temor que surge en el primer día de escuela o el sinnúmero de “primeras veces”, o el dolor que sentimos cuando nuestros hijos pasan por dificultades y desafíos. Ser padres pone a prueba todo aquello de lo que alguna vez estuvimos seguros.

"En términos espirituales, sabemos que cuanto más una persona se entregue a la incertidumbre, más expuesta estará a mayor incertidumbre y caos".

"La certeza no espera, la certeza sabe sin lugar a dudas".

El Kabbalista Rav Berg nos recuerda que podemos escoger proactivamente mantener una conciencia de certeza cuando la situación ante nosotros nos hace cuestionar todo lo que conocemos: “Para manifestar un escudo de protección espiritual, es obligatorio que la conciencia de certeza esté en cada decisión que tomamos… En esos momentos de caos en los que estamos luchando, recuerda que tenemos la decisión de conectarnos con el poder de la certeza”.

 

¿Qué es certeza? Certeza es confiar en el Creador sabiendo que todo lo que les ocurre a nuestros hijos (y a todos nosotros) es para su (y nuestro) propio beneficio y crecimiento. Es aceptar las situaciones tal como son, sin importar lo que ocurra en nuestra vida, sabiendo que al final son para bien. La certeza no espera, la certeza sabe sin lugar a dudas. Certeza es aceptar la idea de que los procesos de la vida realmente son el propósito.

 

En términos espirituales, sabemos que cuanto más una persona se entregue a la incertidumbre, más expuesta estará a mayor incertidumbre y caos. Cuando perdemos la perspectiva, nos preocupamos, nos alteramos y nos encontramos preguntando “¿Por qué me pasa esto a mí?”, estamos abriendo aun más las puertas para que entren más dudas y miedos. En el caso de criar a nuestros hijos, cuando operamos con incertidumbre y miedo, esto genera un efecto dominó y afecta a nuestros hijos. Instila en ellos los mismos miedos y dudas, y afecta la manera en la que podemos ayudarlos a transitar los desafíos.

 

Nuestros hijos aprenderán de nosotros de maneras que nunca podríamos del todo entender, controlar o, para ser francos, desear. Lo que deberíamos esforzarnos en lograr es crear un entorno con un sistema de apoyo que los honre y estimule para ser la mejor versión de sí mismos. Un reporte publicado en 2016 por la Asociación Estadounidense de la Terapia Familiar y Matrimonial afirma que los miedos naturales de un niño pueden ser agravados cuando alguno de los padres es temeroso. La autora del reporte, la terapeuta familiar Lisa Pisha, escribe que: “Nuestra incorporación de miedos y su influencia negativa es determinada por lo que nuestros padres han modelado para nosotros. Aprendemos a manejar el temor y a qué temer gracias a nuestra familia”. Los padres sobreprotectores afectan la “necesidad psicológica básica de autonomía y competencia”, lo cual resulta en depresión y en insatisfacción con la vida según un estudio de 2013 en Journal of Child and Family Studies [Revista de Estudios Familiares e Infantiles].

"Certeza es aceptar la idea de que los procesos de la vida realmente son el propósito".

Si basamos nuestras decisiones de crianza en nuestras incertidumbres, terminaremos reprimiendo la capacidad de nuestros hijos de experimentar el mundo por sí mismos, de aprender y desarrollarse en las personas que están destinadas a ser. Las dudas no solo nos limitan, sino que provocan que impongamos limitaciones innecesarias en nuestros hijos. Esto solo puede conducir a resentimientos con el pasar del tiempo. He hablado acerca del concepto de criar a nuestros hijos con una mano abierta en lugar de un puño cerrado. ¿Qué significa eso? El puño cerrado representa amenaza, rechazo, rabia y privación, mientras que una mano abierta trae a la mente orientación, bondad, apoyo, apreciación y conexión. La crianza de puño cerrado es cuando nos vemos como gobernadores sobre nuestros hijos y proviene de la necesidad de controlar. La crianza de mano abierta es cuando nos vemos como maestros y guías de nuestros hijos, y los respetamos como individuos únicos que están desarrollándose para ser su propia persona.

 

Esto no significa que no debamos involucrarnos y proteger a nuestros hijos cuando sea necesario. Tampoco significa que deberíamos ser excesivamente permisivos. Tener certeza nos permite ver con mayor claridad cuándo debemos intervenir para fijar límites o cuándo dar un paso atrás y permitir que nuestros hijos resuelvan los problemas por sí solos, porque en este caso no estamos actuando en estado de miedo. Confiar en el Creador y confiar en el proceso espiritual de nuestros hijos cultiva respeto entre padres e hijos. Cuando nuestros hijos saben que los apoyamos y que al mismo tiempo respetamos su independencia, es más probable que acudan a nosotros en busca de ayuda y consuelo cuando realmente sea importante.

 

Cuando mis hijos acuden a mí con su dolor, ya sea por algún problema, rechazo o desilusión, estoy preparada con enseñanzas espirituales y herramientas kabbalísticas para ayudarlos. Admito que mi reacción primaria inmediata es querer protegerlos y quitarles el dolor, pero luego interviene esta conciencia que he trabajado duro en desarrollar. Me inspira a mostrarles a mis hijos que hay cosas que aprender de cualquier dolor que experimenten y cómo usar esas experiencias como oportunidades para crecer.

 

Una poderosa herramienta para fortalecer nuestra certeza y confianza en el plan del Creador para nuestra familia es meditar en la secuencia de los 72 Nombres de “Certeza absoluta”, Ayin Resh Yud. Los kabbalistas explican que con tan solo visualizar esta combinación de tres letras de derecha a izquierda y meditar regularmente en su forma, la certeza llenará nuestra conciencia. Es una herramienta simple que podemos compartir con nuestros hijos.

A través de los desafíos de la vida es como encontramos los mejores regalos, pero tenemos que saber cómo buscarlos y, más importante aún, cómo apreciarlos. Enfrentaremos dificultades en la vida y nuestros hijos también lo harán. Es inevitable. Pero con una conciencia de certeza, podemos preparar a nuestros hijos para superar cualquier obstáculo que enfrenten.


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