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Una unión con el Creador

Karen Berg
Octubre 6, 2024
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Este artículo fue publicado originalmente en 2016.

Como probablemente recuerdes, en Rosh Jódesh Elul aprendimos que Moshé subió al monte y regresó en Yom Kipur, oró para que Dios restableciera con el pueblo la relación que había sido perdida al momento del becerro de oro. Moshé oró en este tiempo, no solo por perdón sino por la restauración del amor y la reconstrucción de la unidad.

Algunas personas dicen que Moshé abrió el viaducto de misericordia y amor entre Dios y la humanidad, de esa manera, desbloqueó una ventana con sus oraciones y creó un espacio para la expiación que ocurre en Yom Kipur.

Sin embargo, el Rav nos recuerda que Jerusalén no es una ciudad santa porque el Templo haya sido construido allí, sino más bien porque la tierra en sí, desde tiempo inmemoriales, era y sigue siendo un portal que revela la infusión más poderosa de Luz en este mundo físico.

Con eso en mente, sabemos que Moshé no era la causa de la apertura, sino que tenía acceso a un conocimiento de lo que ocurría en el universo que hizo posible el regreso a la unidad con el Creador en el décimo día de Tishrei (Libra).

Lo que ocurre en el cosmos durante Yom Kipur es una de las sabidurías más prodigiosas que el mundo haya conocido. Profundizar en lo que nos dicen Rav Yitsjak Luria (el Arí) y Rav Áshlag es entender física cuántica, ciencias puras e historia bíblica al mismo tiempo. Yo haré lo posible, a mi manera simple, para mostrarles una imagen de lo que ocurre en nosotros y en los Mundos Superiores en este tiempo.

A excepción de los diez días entre Rosh Hashaná y Yom Kipur, el universo fue diseñado con el atributo de misericordia. Un filtro o velo que separa la causa del efecto, algo que nos permite transformarnos y cambiar antes de que se manifiesten en nuestra vida las consecuencias de nuestros actos. No obstante, en este período de diez días que termina con Yom Kipur, este filtro (Zeir Anpín) se va a dormir. Ahora, sin él, pasamos por juicio completo, algo que generalmente consideramos como algo negativo porque nadie quiere el efecto inmediato de sus acciones negativas.

Sin embargo, ¿podemos intentar imaginar cómo sería si nuestros pensamientos y acciones solo fueran positivos? El juicio sería entonces algo muy bueno, ya que nos beneficiaríamos inmediatamente, sin tiempo ni espacio, de esas acciones, esas buenas semillas que sembramos. Este es un concepto inimaginable, pero en este tiempo se nos da la posibilidad de separarnos de la negatividad que hemos creado. El propósito de Elul era desarraigar todas esas semillas negativas y reemplazarlas con unas nuevas. Si olvidamos algunas semillas, tenemos Rosh Hashaná, momento en el que podemos acabar con las cualidades negativas que olvidamos en Elul, debido a que la Luz de Biná brilla sobre nosotros sin el filtro del ahora durmiente Zeir Anpín.

Y luego, tenemos Yom Kipur justo antes de pasar el umbral de los meses masculinos del año (que comienzan el primero de Nisán y terminan al final de Elul) en los que sembramos las semillas, hacia los meses femeninos del año (que comienzan el primero de Tishrei y terminan al final de Adar) en los que las semillas se manifiestan. Este día especial es el último nivel de eliminación, en el que podemos apartar por completo esas cualidades negativas y eliminarlas de nuestro ser. Tal y como dice el Zóhar en la porción de Pinjás:

“Pero en este día, que es Yom Kipur que es llamado ‘sagrado’, el Árbol de la Vida está en control, y ningún diablo ni espíritu maligno se une con él, y de su lado “… El mal no habitará Contigo” (Salmos 5:5), sino que de punta a punta todo es bueno. Y es por esto que en él, en el Árbol de la Vida, los esclavos encuentran descanso y salen a la libertad, y emergen de sus cadenas”.

De esta manera, Maljut, que ahora está suelta, puede ascender a Biná para recibir todo lo que Biná puede darnos. El Rav se refiere a Biná como el almacén de energía; la morada de lo supremo, la más pura cualidad de la Luz que nos apoyará en el año entrante.

Espero que esto haya quedado claro. A veces es difícil usar nuestra mente para entender la magnitud de este proceso. Por eso, mejor usemos nuestro corazón.

Me encanta la poesía y las palabras que crean una imagen o evocan una sensación. A menudo me percato de que simples palabras pueden crear imágenes que abren nuestra conciencia y entendimiento. Mientras me preparaba para escribir este artículo, me topé con algo que me pareció muy hermoso y espero que a ustedes también les parezca. Se dice que en Yom Kipur nos conviene enumerar y recordar todo lo que hemos hecho y todo el dolor que hemos provocado. Se nos recuerda que incluso el mejor de nosotros ha sido cruel. Y, sin embargo, ¿cómo podemos ser felices mientras sabemos eso? ¿Cómo puede nuestra felicidad elevarnos a nuestro más alto y puro potencial mientras estamos atados al pensamiento de nuestros “pecados”?

Esto es muy hermoso. Yom Kipur trae un afloramiento de felicidad al Creador, cuando la humanidad desecha todas las impurezas de su interior mientras está en la entrada de Su Palacio. Para mí, esta conmovedora frase describe todo lo que ocurre en Yom Kipur, mientras el mundo físico asciende a Biná, nos deshacemos de lo que ensucia nuestra alma para así poder beneficiarnos de todo el tesoro de Su Palacio.

El Jayéi Adam escribió: “Dios ama a Su pueblo, porque Él busca ser benevolente y no desea que ningún hombre muera, sino que se arrepienta del camino del mal y viva”.

Es importante recordar en este tiempo que todo lo que Dios quiere de nosotros es que escojamos dejar atrás lo que nos separa de Su beneficencia. Yom Kipur da alegría a Dios y, a cambio, Dios nos la da motivado por el amor.

Esto es lo que Moshé sabía. Y ahora, gracias a los kabbalistas, nosotros también lo sabemos.


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