Como herramienta de supervivencia física, nacemos con una naturaleza egoísta. Sin embargo, transformar esa naturaleza para ser como la Luz es uno de los propósitos por los que estamos en este mundo. Por consiguiente, trascender nuestra reactividad inherente y comportarnos de forma proactiva crea la transformación espiritual que nos conecta con la Luz infinita y la plenitud.
Cuando permitimos que situaciones o personas influyan en nosotros, tanto positiva como negativamente, estamos siendo reactivos. Por ejemplo, si nos sentimos enojados o tristes porque algo no marcha como queremos, o nos sentimos felices y contentos cuando sí funcionan como esperábamos, es un indicador de que las emociones nos están controlando. Por tanto, el comportamiento reactivo es motivado por el ego, el cual nos hace ser el efecto o tener una mentalidad de víctima. Entre los ejemplos del comportamiento reactivo están jactarse, atacar verbalmente, mentir, contar chismes, actuar violentamente o, a su vez, desconectarse por completo.
Por otro lado, el comportamiento proactivo es cuando actuamos como la Luz, ser la causa y los creadores de nuestra propia vida. Cuando actuamos de forma proactiva, asumimos la responsabilidad por nosotros mismos, nunca culpamos a una persona o situación; sin importar cuán mal se comporte la persona o cuán terrible parezca ser la situación. ¿Por qué? Porque nuestra reacción es el adversario, no algo externo.
La fuente del comportamiento reactivo es el Deseo de Recibir para Sí Mismo, y dado que nuestra esencia es el Deseo de Recibir, la mayor parte (o a veces la totalidad) de nuestro comportamiento es instintivamente reactivo, como un reflejo. Pero necesitamos estos momentos reactivos para transformar y crecer espiritualmente. Así que si bien es difícil escoger ser proactivo porque va en contra de nuestra naturaleza inherente, hacerlo es lo que nos permite ganarnos la Luz y la plenitud a largo plazo.
El primer paso para transformar nuestra naturaleza es hacer una pausa cuando nuestra reactividad se activa y reconocer que el verdadero desafío es nuestra reacción, no la situación o la otra persona. El siguiente paso es superar el deseo reactivo de hacer lo que nos nace fácil y naturalmente, usar la herramienta kabbalística de la restricción. Una vez que restringimos actuar según nuestro impulso, podemos pedirle a la Luz que nos muestre cuál sería la acción más proactiva; ¿acaso es alejarse, escuchar o razonar las cosas? Cualquiera que sea, la acción proactiva provendrá del amor, el compartir y la Luz.
El Método Proactivo
Cuando se organizan todos los pasos mencionados anteriormente, se forma el Método Proactivo, una herramienta que usamos para transformar nuestra reactividad en comportamiento proactivo.
1. Surge un obstáculo. Reconozco que el obstáculo proviene de la Luz.
2. Reconozco que mi reacción, y no el obstáculo, es el verdadero enemigo.
3. Practico la restricción, desactivo mi sistema reactivo (no mis sentimientos) para permitir que entre la Luz.
4. Entonces estoy listo para expresar mi naturaleza proactiva, le pido a la Luz que entre y me muestre qué hacer.
Aquí presentamos un ejemplo del Método Proactivo en funcionamiento:
Estoy atascado en el tráfico, lo que hará que me retrase para llegar al trabajo. Estoy consciente de las emociones que surgen —rabia e impaciencia—, pero hago restricción y no actúo según tales emociones. Sé que hay una razón por la cual la Luz me envió esta oportunidad, y pregunto cuáles son los pasos proactivos que puedo seguir para superar mi reactividad. Puedo llamar a la oficina y decirles que llegaré con retraso, y después poner música que me gusta mientras estoy atascado en el tráfico. ¿Por qué? Porque no puedo hacer nada en cuanto al tráfico, solamente en cuanto a mis reacciones.
Todo el tiempo surgen situaciones que desencadenan nuestra reactividad, pero el Método Proactivo nos ayuda a mantenernos enfocados en el propósito de estas situaciones y en cómo superar nuestra reacción. Cada situación que haga que se active nuestra naturaleza reactiva es una oportunidad para transformarnos que nos da la Luz, lo cual atrae más Luz y bendiciones a nuestra vida.
SABIDURÍA PROFUNDA
Resistir el impulso de nuestra reactividad no solo es importante para que nos conectemos mejor con la Luz, también es importante porque nos ayuda a conectarnos mejor con otras personas. Nuestros egos crean la ilusión de separación, evitan que empaticemos y nos relacionemos con los demás, y hacen que nos mantengamos enfocados solamente en nosotros. Pero todos estamos conectados, y los kabbalistas nos enseñan que parte de nuestro propósito en este mundo es estar en unidad unos con otros. Rav Berg escribió en su libro Educación de un kabbalista: “Existimos en esta tierra como cuerpos físicos, pero dentro están nuestras almas, y nuestras almas son parte del Creador. Dado que solo hay un Creador, y dado que todos estamos conectados con Él de esta manera, estamos todos conectados unos con otros. Todos nosotros, todas nuestras almas —sin importar cuán divididos creamos estar— existen en unidad”. Superar nuestro comportamiento reactivo nos ayuda a sentir esa unidad.